diciembre 9, 2025
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Hace poco más de un año, el ejecutivo estadounidense, entonces dirigido por Joe Biden, trazó una línea roja del tamaño de un circuito integrado: para impedir que China se hiciera con los chips de inteligencia artificial más potentes. El objetivo era claro, tanto estratégico como ideológico: frenar el crecimiento militar y económico de Beijing controlando el nervio de la guerra moderna, la Unidad de Procesamiento Gráfico (GPU). Pero a principios de diciembre esta línea se suavizó considerablemente, socavada por un acuerdo comercial sin precedentes orquestado directamente entre dos jefes de Estado.

El anuncio llegó, como suele ocurrir, desde la red social de Donald Trump: Nvidia, el gigante cuyos chips de alto rendimiento son el oro negro de la inteligencia artificial mundial, está autorizado a exportar sus procesadores H200 a China. ¿La condición? El gobierno estadounidense deducirá el 25% de los ingresos generados por estas ventas.

El precio del acceso al mercado