Hace poco más de un año, el ejecutivo estadounidense, entonces dirigido por Joe Biden, trazó una línea roja del tamaño de un circuito integrado: para impedir que China se hiciera con los chips de inteligencia artificial más potentes. El objetivo era claro, tanto estratégico como ideológico: frenar el crecimiento militar y económico de Beijing controlando el nervio de la guerra moderna, la Unidad de Procesamiento Gráfico (GPU). Pero a principios de diciembre esta línea se suavizó considerablemente, socavada por un acuerdo comercial sin precedentes orquestado directamente entre dos jefes de Estado.
El anuncio llegó, como suele ocurrir, desde la red social de Donald Trump: Nvidia, el gigante cuyos chips de alto rendimiento son el oro negro de la inteligencia artificial mundial, está autorizado a exportar sus procesadores H200 a China. ¿La condición? El gobierno estadounidense deducirá el 25% de los ingresos generados por estas ventas.
El precio del acceso al mercado
Esta no es la primera vez que la administración estadounidense utiliza armas comerciales en este enfrentamiento tecnológico. Estuvo el episodio del H20, un chip degradado diseñado por Nvidia específicamente para eludir las prohibiciones de la era Biden, y que resultó ser un fracaso comercial. El pasado mes de abril, tras un acuerdo inicial con la administración Trump, el derecho de exportación de este chip ya se había fijado en el 15%. Pero esta vez cambiamos de calibre: el H200, aunque ya no es la élite de la gama (la nueva serie Blackwell toma el relevo), es un elemento esencial para los centros de datos y los laboratorios de inteligencia artificial chinos.
La oposición democrática no tardó en presentarse y criticó una “fracaso masivo económico y de seguridad nacional”. La raíz de su temor es que el acceso a estas GPU (verdaderos caballos de carreras de supercomputación) permitirá a las empresas y al ejército chinos acelerar la investigación sobre ciberataques, armamento sofisticado y, en términos más generales, innovación tecnológica. El caso es que la GPU H200 representa una ganancia notable en potencia y velocidad respecto a los modelos anteriores que intentamos confinar.
La arriesgada apuesta de Trump
¿Por qué entonces este cambio de opinión, que parece contradecir el deseo inicial de “corta las alas” tecnologías de Beijing? En primer lugar, Donald Trump juega la carta del pragmatismo económico, denunciando las políticas de su predecesor, que habría hecho “Ha ralentizado la innovación y penalizado a los trabajadores estadounidenses” obligar a las empresas a producir productos “degradado que nadie quería”.
La verdad probablemente tenga más matices: el mercado chino es un pastel del que ni siquiera un gigante como Nvidia puede prescindir. Con sólo 50 millones de dólares de ingresos en China en el tercer trimestre, el grupo se vio marginado, penalizado no sólo por Washington, sino también por la orden de Beijing a los fabricantes chinos de favorecer los chips locales. Al autorizar esta exportación bajo la condición de un impuesto masivo, Donald Trump intenta una maniobra estratégica: satisfacer a los gigantes tecnológicos estadounidenses y al mismo tiempo garantizar que el Estado, y no sólo la empresa, se beneficie de una parte importante de los ingresos chinos. Estamos asistiendo a una forma de tributación indirecta sobre el poder tecnológico, un fenómeno sin precedentes.
Este acuerdo también envía una señal a competidores como AMD e Intel, a quienes se les ofrece la misma oportunidad de acceder al mercado chino pagando una tarifa. Al imponer la tecnología estadounidense como estándar global de facto, incluso bajo licencia estatal, Washington está tratando de frenar el desarrollo de alternativas locales, en particular el altamente eficiente Ascend de Huawei, que las autoridades chinas están promoviendo activamente.
Microcircuito
En China, las start-ups de inteligencia artificial como DeepSeek, cuyo robot conversacional ha sorprendido por su rendimiento, dependen de esta potencia informática para competir con los líderes de Silicon Valley. La posibilidad de acceder al H200, incluso a un coste superior al de este nuevo décimo americano, podría reactivar la innovación al permitir realizar experimentos más complejos y entrenar modelos más eficientes.
Este acuerdo pone de relieve la tensión actual entre la carrera por la innovación –que requiere un mercado abierto para financiar la investigación y el desarrollo– y la soberanía nacional. Si bien el acuerdo proporciona un soplo de aire fresco para Nvidia y un impulso a los ingresos federales, plantea una pregunta fundamental: ¿cuánto se puede monetizar la tecnología considerada un activo de seguridad nacional sin poner en peligro la ventaja estratégica de su país? El futuro dirá si este impuesto del 25% será el precio justo a pagar por el acceso al mercado chino o si el Pentágono verá la otra cara de la moneda dentro de unos meses, en forma de avances tecnológicos por parte del adversario.
🗓️ Cronología: La guerra contra las pulgas
Agosto de 2022: Firma de “ Ley de chips » por Joe Biden. Se invierten 52 mil millones de dólares para aumentar la producción estadounidense de semiconductores.
Octubre de 2022: Fiscalidad de primeras restricciones a la exportación de chips avanzados en China. Washington invoca la seguridad nacional. Beijing denuncia una acción “perjudicial”.
Diciembre de 2022: 36 empresas chinas se añaden a la lista negra estadounidense. El acceso a las tecnologías estadounidenses está gravemente limitado para las empresas que se cree que están vinculadas a la defensa china.
Octubre de 2023: Fortalecer los controles para exportación, tras el lanzamiento de ChatGPT y la aparición de los chips Huawei. Las restricciones se extienden más allá del modelo H100 de Nvidia y se dirigen a una gama más amplia de semiconductores.
Diciembre 2024-enero 2025: Los últimos movimientos de Biden sobre exportaciones y reexportaciones de chips avanzados. Imposición de autorizaciones obligatorias para limitar la elusión de las normas por parte de terceros países.
Enero de 2025: El robot conversacional chino búsqueda profunda sube a la cima de las descargas. El desempeño de la IA de China está causando preocupación en Washington.
Abril de 2025: bloque de chips H20 de Nvidia (diseñado específicamente para China). Washington solicita una licencia de exportación, citando el uso potencial de estos chips en supercomputadoras.
Mayo de 2025: Administración Trump alivia las restricciones impuesto por su antecesor. Una respuesta a las críticas de los países aliados. Al mismo tiempo, el chip Ascender de Huawei está en la mira del Departamento de Comercio de Estados Unidos.
Julio de 2025: Reanudación de las ventas de H20 desde Nvidia hasta China. La prensa informa que Beijing prohibió inmediatamente a las empresas nacionales comprarlos, animándolas a priorizar la producción. local.
Diciembre de 2025: Acuerdo Trump-Xi autorizando la entrega de los chips H200 de Nvidia. Los chips más avanzados (Blackwell, Rubin) siguen prohibidos; Se llega a un compromiso para los “clientes aprobados” en China.