diciembre 10, 2025
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Las filas se cierran en torno a Ucrania durante las horas más dramáticas de las negociaciones de tregua. Y al mismo tiempo, echar una mano a la administración Trump, que amenaza con abandonar y abandonar a Europa y Kiev a su suerte. Este es el cuello de botella de Giorgia Meloni.

El Primer Ministro se suma a media tarde a la entrevista telefónica con los líderes europeos. Volodymyr Zelensky, Keir Starmer, Emmanuel Macron y Friedrich Merz están conectados desde Londres. Acaban de concluir una pequeña cumbre en Downing Street, celebrada en el frío de Roma como en las otras cancillerías que permanecieron al margen, con los líderes posteriormente conectados por teléfono: entre ellos el finlandés Stubb, el polaco Tusk y el danés Frederiksen.

LA SEÑAL ITALIANA

Mal momento para romper filas en Europa. El Primer Ministro evita la polémica y va al grano. Explique a sus aliados que Trump y los estadounidenses son esenciales en esta etapa: una ruptura con Washington sólo favorecería al gobierno ruso. De ahí “la importancia de la unidad de puntos de vista entre los socios europeos y los Estados Unidos para lograr una paz justa y duradera en Ucrania”, como dejará constancia esta tarde en una nota desde el Palacio Chigi. Juntos, los líderes europeos escuchan a Zelensky. El presidente ucraniano está visiblemente preocupado por el rumbo que están tomando las negociaciones.

Las distancias con los americanos – actualizó ayer su asesor Umerov, que participó en las negociaciones en Estados Unidos – son todavía kilómetros. Especialmente en lo que respecta a la cuestión de las transferencias territoriales, que es el verdadero elefante en la sala: Trump, al igual que Putin, quisiera poner fin a esto y pide a los ucranianos que cedan todo el Donbass. Solicitud indigerible sin una compensación seria. Aquí es donde la maquinaria de la diplomacia europea empezó a moverse de nuevo. En las próximas horas, Bruselas enviará a la Casa Blanca una nueva versión modificada del plan de paz elaborado por Trump. La iniciativa finalizó ayer en el call center de la tarde. Meloni enfatiza un punto. Es decir la necesidad de acordar algunos cambios sustanciales. Suficiente para salvar la negociación sin desgarrarse con los estadounidenses. Es el caso de “fuertes garantías de seguridad” y “la identificación de medidas compartidas para apoyar a Ucrania y su reconstrucción”. Por un lado, el “escudo” que servirá para desalentar futuras agresiones rusas. Un paquete de medidas que debería resumir las diferentes propuestas sobre la mesa: una garantía inspirada en el artículo 5 de la OTAN para la defensa colectiva, como exigen los italianos, pero también la presencia de tropas de paz europeas para garantizar la tregua en Ucrania, como proponen desde hace tiempo Macron, Starmer y los “Willings”.

Por otro lado, el apoyo a la población civil que, en el caso italiano, se traduce en el envío de un nuevo lote de generadores eléctricos solicitado explícitamente por el gobierno ucraniano para superar los embates del invierno. Los dos expedientes se discutirán esta tarde durante la reunión bilateral en el Palacio Chigi entre Meloni y Zelensky. Una oportunidad para que el primer ministro italiano confirme su apoyo a la causa ucraniana y brinde su apoyo político a Trump, a quien Zelensky podría visitar este fin de semana. Por supuesto, no faltan incógnitas. En Roma, el descontento del centro-derecha con la Liga que amenaza con bloquear el decreto “marco”, es decir la disposición que llega al Consejo de Ministros antes de Navidad por la que nuestro país renovará la posibilidad de enviar ayuda militar a Kiev para 2026. En Bruselas, sin embargo, cobra vida otro juego político, que ve a Italia en una posición de espera, por no hablar de un escepticismo evidente. En el orden del día del próximo Consejo Europeo figurarán el préstamo a Ucrania y la utilización de los activos rusos congelados. Ayer, durante la llamada de los líderes, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, insistió en este punto: “Nuestra propuesta de un préstamo de reparación es compleja, pero esencialmente aumenta el coste de la guerra para Rusia”. En este frente, sin embargo, falta consenso europeo e Italia se encuentra entre los países más reacios, creyendo que la “incautación” de los activos de Moscú en Europa podría resultar ir demasiado lejos. Ya veremos.

LA REUNIÓN EN ROMA

Mientras tanto, Meloni se centra en el plan de paz y reabre las puertas del Palacio Chigi a Zelensky por tercera vez en un año. En los niveles más altos del gobierno están convencidos de que la guerra ha entrado en un punto de inflexión. Temen por el destino del presidente ucraniano y de su administración. Estos temores se explican en un cable diplomático confidencial. La combinación de dictados rusos, demandas estadounidenses de explotar los recursos minerales de Ucrania y las elecciones que Zelensky se vería obligado a convocar dentro de cien días de la tregua crea una “frena potencialmente explosiva a la estabilidad de los dirigentes y del propio país”.

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