3.000 kilómetros en barco desde los Andes hasta el Amazonas: más de 60 activistas indígenas están allí conferencia mundial sobre el clima viajó a Belém, Brasil. “Partimos de Ecuador y luego viajamos a Perú, Colombia y Brasil para conocer y comprender las diferentes realidades de las zonas de este frágil ecosistema que es la Amazonia”, dice el activista Leo Cerda al llegar al puerto de Belém la “Flotilla Amazónica”, acompañada de coloridas banderas y combativos gritos de batalla.
Junto con representantes de otras comunidades indígenas, Cerda quiere hacer oír su voz en la Conferencia Mundial sobre el Clima. Sus compañeros activistas proceden, entre otros, de otros lugares. EcuadorPerú, Guatemala, Brasil y México. Llevan colores llamativos, enormes pendientes de flores, plumas en el pelo o pinturas tradicionales en el rostro.
Muchos pueblos – una misión
Por diferentes que sean sus orígenes, tienen una misión común, como señalan los activistas: la justicia climática sólo se puede lograr si se detiene la expansión de la producción de petróleo y si los pueblos indígenas que protegen la selva tropical reciben apoyo financiero directo y efectivo.
“El financiamiento climático actual es un laberinto diseñado para llevarnos al fracaso”, critica Katty Gualinga de Ecuador. Mientras los subsidios a los combustibles fósiles continúan fluyendo hacia los países industrializados ricos, “se nos pide que salvemos el planeta sin recursos”.
La Amazonía no sólo es elemental para los indígenas
Cerda también aclara: “No es posible expandir la industria fósil en este frágil ecosistema, porque los recursos vienen de allí Amazonas y el Amazonas ya no puede resistir”. El ecosistema es “muy importante para el mundo, no sólo para los pueblos indígenas, sino para el clima global mismo”.
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