diciembre 12, 2025
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¿Podrán los brasileños salir de la jungla de su 30ª Conferencia de las Partes sobre el Clima (COP30), una reunión cuyos contornos son a veces más inextricables que las orillas del Amazonas? El lunes 10 de noviembre se inauguró oficialmente la misa de las Naciones Unidas (ONU) sobre el cambio climático con mensajes de alarma sobre el estado de un planeta en el que “Ahora es casi inevitable que el calentamiento supere los 1,5°C”según Jim Skea, presidente del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC). ¿La solución? Detener “quejarse”según el jefe climático de la ONU, Simon Stiell, y actuar en consecuencia “infligir otra derrota a los negacionistas”en palabras del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva.

Entre bastidores, desde el día cero, la batalla por el destino de esta COP30 se ha librado. El domingo por la noche, la presidencia brasileña de la COP escuchó atentamente los deseos de todos. Los representantes de los Estados insulares y de los Estados más vulnerables pidieron que esta COP aumente las ambiciones en términos de mitigación de las emisiones de gases de efecto invernadero, en particular trabajando en los compromisos estatales.

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