Opinión
Esta propuesta de pensiones es una bofetada a todos los estudiantes
En Berlín circula una nueva idea para la reforma de las pensiones: en lugar de límites de edad estrictos para todos, la jubilación debería vincularse al número de años de trabajo. No es justo.
El controvertido paquete de pensiones acaba de ser presentado en el Bundestag cuando ya se ha desatado otro revuelo: según un artículo del periódico “Bild”, la coalición rojinegro formada por la Unión y el SPD está pensando en vincular la fecha de jubilación a un número mínimo de años de cotización (45). A diferencia de antes, ya no se aplicará la edad fija (67 años), sino la vida laboral. En pocas palabras: los que empiezan temprano, como los pasantes, podrían jubilarse antes, mientras que se espera que los que empiezan tarde, a menudo académicos, trabajen más tiempo.
Una propuesta que es injusta y supone una bofetada rotunda para todos los futuros estudiantes. De hecho, devalúa un curso de estudio y pone en desventaja a quienes comienzan su carrera más tarde porque invierten más tiempo en sus calificaciones.
Estudiar no es una licencia de estudios
A primera vista, la propuesta puede parecer plausible: aquellos que comienzan un aprendizaje a una edad muy temprana, por ejemplo en artesanía o enfermería, cotizan antes al fondo de pensiones y soportan cargas físicas más pesadas. Es obvio que estas personas pueden jubilarse anticipadamente. Y sí: el envejecimiento de la población somete al sistema de pensiones alemán a una gran presión; es necesario reequilibrar de alguna manera la edad de ingreso y la duración del recibo de la pensión. Es comprensible que políticos y expertos busquen un nuevo modelo de pensiones que ya no dependa de límites de edad rígidos.
Sin embargo, la solución no puede ser iniciar una nueva lucha de clases en el sistema de pensiones. Según los planes del gobierno federal, las personas con educación se enfrentarían a los académicos. Surge la impresión de que estudiar es sólo un cómodo aplazamiento de la vida laboral. El estudio es todo lo contrario: es un avance rentable: para una mayor productividad, más ingresos fiscales e innovación. Además, muchos estudiantes trabajan duro y se encuentran bajo una gran presión financiera. Ignorar por completo estos años distorsiona la imagen de una jubilación justa.
La idea de la jubilación sería constitucionalmente sensible
Además, los académicos suelen contribuir al fondo de pensiones más tarde, pero a menudo con contribuciones más altas a lo largo de décadas. De esta manera contribuyen a la estabilidad del sistema en lugar de sobrecargarlo. Si continuaran trabajando hasta los 70 años o más, mientras los primeros en empezar ya están jubilados, se crearía un desequilibrio difícil de justificar. Hace que la carrera académica sea menos atractiva en un país industrializado que no tiene futuro sin especialistas altamente calificados. Y por último, pero no menos importante: una reforma que “castiga” retroactivamente años de educación es constitucionalmente delicada y políticamente extremadamente peligrosa.
Un sistema de pensiones justo debería tener en cuenta diferentes planes de carrera en lugar de favorecer a unos y sancionar a otros. No basta con contar los años de aportaciones.
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