diciembre 10, 2025
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nuestro corresponsal en Roma

La Capital tiene una larga memoria. Ayer en Atreju, treinta y tres años después, Gianfranco Fini y Francesco Rutelli volvieron a enfrentarse. No es un simple debate sino una apertura que ofrece una vez más una temporada política que ha marcado a Roma y al país. Hoara Borselli de Il Giornale modera. En 1993, cuando su jefe aún no había abandonado Tangentópolis, Roma era el laboratorio de la Segunda República: dos Italias opuestas se enfrentaban en segunda vuelta. Por un lado, el aplomo post-Missino de Fini que buscaba legitimación, por otro, el espíritu romano vivaz y movilizador de Rutelli, la cara verde y progresista de una izquierda que empezaba a saborear el aire de Ulivo. En el medio, la primera incursión política de Silvio Berlusconi: “Si fuera romano, votaría por Fini”. No fue suficiente: ganó Rutelli. Pero el MSI entró en la competencia con todos los símbolos de la burocracia. Pero para el exdirigente de la AN, el “momento Atreju” de mayores consecuencias sigue siendo 2008. La última vez antes de ayer. Desde el escenario del acto, reivindicó su adhesión a los valores del antifascismo. Una elección que conmocionó a una parte de Ag, del movimiento juvenil de la AN y a una pequeña parte del partido. Convencidos como estaban, los antifascistas encarnaban una idea de violencia incompatible con la identidad política de derecha. Esta fue la última vez que Fini estuvo en Atreju y el preludio de la agitación política que siguió. En 2010, debido a su giro progresista, fue abucheado in absentia. Hoy es prehistoria, pero Fini regresa a Atreju tras ésta y otras consecuencias. Sobre todo, aquellos que han pasado desde la fundación de Fli y las posiciones adoptadas en materia de inmigración y bioética como presidente de la Cámara y líder del partido. Fases mucho más sangrientas que la de la adhesión al antifascismo. “Me voy a casa”, dijo el ex príncipe de la derecha italiana, con sincera emoción en su voz. “Cometí un error: disolver AN, un movimiento basado en el sentido de comunidad. El mérito de la FdI y de Giorgia Meloni es precisamente el de haber reconstruido esta comunidad, porque si te quedas fuera de tu perímetro corres el riesgo de convertirte en apátrida”. Luego la confesión: “Me reconozco en esta comunidad, voté a favor, aunque no estoy de acuerdo con todo, como lo hacen los hombres libres”. Y otro pasaje sobre el experimento fallido del partido único de centroderecha: “El PDL debía ser una gran formación plural, pero en un momento dado esta pluralidad no estaba allí. Todos los que no estaban de acuerdo eran vistos con sospecha”. Hoy, con la derecha en el gobierno, estas heridas están cerradas. Y podemos hablar de ello. Pero quienes vivieron la diáspora de los finianos de derecha la vivieron como un abandono paternal. El “salto al vacío” de Meloni, es decir la creación de la Fdi, volvió a poner en juego a la comunidad de Atreju. Y luego ganó el partido.

Y Arianna Meloni aplaudió. “Fue emocionante – dijo – ver a Gianfranco Fini y Francesco Rutelli juntos en el escenario del Atreju, recordando un enfrentamiento que marcó nuestra historia”.

Rutelli reconoció los méritos del primer ministro y no ocultó su distancia con el actual centroizquierda: “Deben convencerme de votar por este amplio campo”. Y al final, compartió un intercambio irónico con Fini.

“La próxima vez seré alcalde”, bromeó el exdirigente de la AN. La respuesta inmediata de Rutelli: “Sí, pero soy el líder de la oposición y llevo la camiseta que dice Fini no es mi alcalde”. Atreju también es eso.

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