diciembre 10, 2025
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Él nunca los deja ir. El pasado jueves 4 de diciembre, durante un entrenamiento abierto a los medios de comunicación, Luis Enrique apareció en total inmersión con sus jugadores, multiplicando sus discursos, muchas veces alentadores o, más sorprendentemente, participando en la corrida inaugural con el plumífero del club y un chándal que dejaba al descubierto sus flacas pantorrillas.

A pesar de otros dieciséis miembros de su plantilla repartidos por los cuatro campos, el español no juega a ser entrenador, con los brazos cruzados y alejado de la acción, envuelto en el papel del teórico que va ganando altura. Esto le sucede, pero sólo literalmente, encaramado en una canasta o en la última fila de la tribuna de prensa, una costumbre que rompió el sábado por la noche contra el Rennes (5-0). Quizás temporalmente.

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