Camisa azul claro, corbata anudada al cuello, tobillos atados: Tyler Robinson, este joven de 22 años acusado de matar al influencer conservador Charlie Kirk el 10 de septiembre durante una reunión en Utah, hizo ayer su primera aparición pública durante una audiencia destinada a abordar algunos puntos de la investigación y del proceso.
Durante varias semanas, la defensa ha tratado de limitar la exposición mediática de un caso que generó cobertura nacional inmediata, hasta que el presidente Donald Trump dijo poco después del arresto de Robinson que esperaba la pena de muerte.
Los abogados del joven creen que estas presiones podrían comprometer la posibilidad de convocar un jurado imparcial. En particular, piden que se prohíban las cámaras, con el apoyo de la oficina del sheriff del condado.
El juez Tony Graf parece receptivo a estas peticiones, consciente del peso de un caso que, según él mismo, ha atraído una atención “extraordinaria”. Una audiencia anterior, celebrada a puerta cerrada en octubre, ya había llevado al magistrado a autorizar a Robinson a presentarse vestido de civil, imponiendo al mismo tiempo estrictas medidas de seguridad. Graf también había prohibido a los medios difundir imágenes de sus restricciones para evitar influir en la opinión pública.
Sin embargo, el jueves, la cámara autorizada en la sala retransmitió brevemente los grilletes de Robinson, así como conversaciones privadas y documentos visibles en la mesa de la defensa, en violación de la orden. La defensa vio esto como una nueva ilustración del riesgo que, según ella, representa una amplia cobertura visual. El juez prefirió mover la cámara en lugar de cortarla, antes de posponer cualquier decisión final hasta la audiencia prevista para el 29 de diciembre.
Erika Kirk pide cámaras
Ante estos intentos de restricción, una coalición de medios de comunicación pide que se mantenga el máximo acceso. Sus abogados señalan que las audiencias públicas son una piedra angular del sistema de justicia estadounidense y que ayudan a mantener la confianza pública en los juicios penales. También insisten en que los tribunales estadounidenses han demostrado desde hace tiempo que es posible juzgar con justicia incluso en circunstancias de alto perfil.
En el campo de las víctimas, la viuda de Charlie Kirk, Erika Kirk, también hace campaña por una total transparencia. Designada como representante oficial de la familia en el proceso, cree que la visibilidad mediática es una forma de contrarrestar los rumores y las teorías de conspiración sobre el asesinato de su marido.
La investigación, por su parte, se basa en una serie de pruebas detalladas en un documento de acusación: el arma utilizada, encontrada en las cercanías, contenía ADN de Robinson; se han descubierto varios cartuchos grabados con referencias a la cultura de Internet con el mismo perfil genético; finalmente, el sospechoso habría enviado mensajes en los que admitía haber actuado en rechazo a las ideas defendidas por Kirk.
Robinson se entregó a las autoridades el día después del incidente después de que sus padres lo identificaran en una imagen de vigilancia publicada públicamente.
Procesado por asesinato con agravantes, entre muchos otros cargos, Robinson se enfrenta a la pena de muerte. Sin embargo, el juicio aún se encuentra en sus primeras etapas: la audiencia preliminar de tres días de duración está fijada para mayo de 2026.