elLa historia tartamudea, dicen. En la década de 1980, bajo los auspicios de la cooperación europea, se lanzó el Rafale, el avión de combate de morro afilado de Dassault Aviation. Y finalmente los franceses prefirieron volar solos, mientras que ingleses, alemanes e italianos desarrollaron el Eurofighter por su cuenta. Cuarenta años después, ¿el avión de combate del futuro, principal programa de defensa de Europa, sigue un plan de vuelo idéntico?
Para el poderoso sindicato alemán IG Metall, la misa está dicha. “Ya no confiamos en Dassault”aseguraron su vicepresidente, Jürgen Kerner, y el presidente del comité de empresa de Airbus Defence & Space, Thomas Pretzl, en una carta dirigida a los ministros alemanes de Defensa y Finanzas el lunes 8 de diciembre, revelada por Reuters. Para ellos, el industrial francés “tiene completamente descalificado como socio confiable en Europa en este momento de grave amenaza”.
Un misil de precisión lanzado en anticipación de una reunión el viernes en Berlín de los ministros de Defensa alemán, español y francés, los tres socios del futuro Sistema de Combate Aéreo (SCAF) lanzado en julio de 2017 por Emmanuel Macron y Angela Merkel. Sin duda, el deseo de Eric Trappier, director general de Dassault, de hacerse con el control del avión de nueva generación en solitario, sin que Airbus tenga voz y voto, no va más allá del Rin. No hay que olvidar que, en materia de defensa, el fabricante de aviones europeo defiende los intereses de Alemania y España.
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