Los científicos sospechan que el alcohol aumenta la presión arterial al activar el llamado sistema nervioso simpático, que estimula la circulación. El pulso aumenta, el corazón late más rápido y la sangre se bombea más rápido por el cuerpo. Esto aumenta la presión sobre los vasos. Este efecto se agrava si alguien bebe con regularidad. Los vasos sanguíneos pueden entonces estrecharse permanentemente, lo que aumenta aún más la presión arterial.