diciembre 10, 2025
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De Ilaria Carrà (Milán), Darío Del Porto (Nápoles), Lucas Mónaco (Roma),
editado por Chiara Nardinocchi

Por aburrimiento, por ira o por matar. Las espadas se han convertido en el arma simbólica del malestar pospandémico y del malestar generalizado, particularmente entre los jóvenes que luchan por mantenerse al día con una sociedad cada vez más sorda a sus gritos de ayuda. Así, andar con una pistola en el bolsillo refuerza el sentimiento de pertenencia, una forma de reconocerse en la manada y de defenderse de los demás. Según datos del Ministerio del Interior, en 2024 las lesiones dolosas, que incluyen también las puñaladas, aumentaron un 5,8%. Mientras que las grandes ciudades se afirman como centros de pequeños delitos en el país. Datos que encontramos en las noticias diarias y que parecen haberse acelerado en los últimos meses.

Desde las peleas vinculadas a la vida nocturna de Milán, hasta los guantes anticortes proporcionados a la policía de la capital, pasando por los detectores de metales frente a las escuelas de la zona napolitana: aquí comienza la historia de la Italia de los cuchillos.

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