La decisión de Autostrade per l’Italia (Aspi) de prohibir el adelantamiento de camiones en el tramo toscano de la Autostrada del Sole (A1) a partir del 3 de noviembre ya está alimentando la polémica y el descontento en el mundo del transporte de mercancías por carretera. Los colegios profesionales hablan abiertamente de “una medida unilateral que penaliza el transporte y la logística” y piden la convocación urgente de una mesa con el Ministerio de Transportes y la Aspi para evaluar “la utilidad real de la medida e identificar soluciones más equilibradas”.
Pero vayamos en orden. La prestación, que se refiere a un tramo de aproximadamente 90 kilómetros en ambos sentidos entre los peajes de Incisa-Reggello (Florencia) y Chiusi (Siena), se refiere a uno de los tramos más transitados y complejos de toda la red nacional de autopistas. Los vehículos afectados por la prohibición son aquellos cuya masa total supere las 12 toneladas. El tramo en cuestión tiene dos carriles por sentido, sin túneles pero con una conformación orográfica compleja y registra una cuota de tráfico intenso equivalente aproximadamente al 30% del total, superior a la media nacional.
La prohibición es de carácter experimental y tendrá una duración de seis meses. Al final del período, Autostrade per l’Italia, en colaboración con el Ministerio de Transporte, las autoridades locales y las prefecturas, evaluará los datos recopilados para decidir si hacerlos permanentes o posiblemente extenderlos a otras secciones similares. La prohibición de adelantar prevé multas de hasta 666 euros, suspensión de la licencia de uno a tres meses y una deducción de diez puntos. La Policía de Tráfico, en colaboración con las prefecturas, realizará controles en todo el tramo en cuestión.
Pero el transporte por carretera no es adecuado. Según las empresas, la medida se adoptó sin discusión alguna con las asociaciones representativas del sector del transporte y la logística por carretera, que operan diariamente en esta ruta y conocen los verdaderos problemas críticos. Alessandro Perón, secretario general de la Fiap, afirmó: “Una decisión unilateral de esta magnitud, que afecta directamente a los tiempos de viaje, a los costes operativos y a la organización del transporte, no puede tomarse sin una discusión con quienes representan a las empresas”. Según las primeras estimaciones, la prohibición de adelantar podría provocar un aumento de los tiempos de viaje de hasta 30 minutos por trayecto, con repercusiones en los costes del combustible, cambios en el comportamiento de los conductores y la puntualidad de las entregas, en particular en el transporte de alimentos y productos farmacéuticos y en la distribución a domicilio, donde cada minuto cuenta.
Fiap recuerda que el tramo representa un eje estratégico para las conexiones Norte-Sur y para la movilidad de mercancías hacia y desde los principales centros de producción del centro de Italia. Peron añade: “La seguridad vial es una prioridad compartida por todo el sector, pero no puede perseguirse con medidas que sólo penalicen a los vehículos industriales. Si Autostrade per l’Italia y las instituciones competentes no retiran esta medida y no abren una mesa concreta y vinculante, la Fiap no se quedará de brazos cruzados”.