“No se adquiere nada, siempre partimos de cero”. Davide Nicola lo dijo hace unos años a un grupo de estudiantes universitarios: en ese momento estaba desempleado, porque la vida de un entrenador con una pegatina en la frente tiene momentos un poco así. Siempre llamaban a Nicola para tareas imposibles: una vez iniciada la temporada o, mejor aún, salvar al equipo cuando todo parecía imposible. Como el Crotone, que es uno de los equipos que creyó en él desde el inicio del campeonato: 9 puntos en la primera vuelta, 25 en la segunda mitad, de los cuales una veintena entre abril y mayo. Era 2017, un cuento de hadas después de tanto sufrimiento que acabó con un viaje en bicicleta de más de 1.100 kilómetros hasta Turín, como deseo de celebrar la salvación y recordar a este hijo que ya no está. Luego la historia de siempre, la insignia de salvador de la patria o -como mucho- salvador y listo.
Porque, cuando hablamos de un equipo, acaba no siendo “cool” en este fútbol prima donna. “Pero si se sabe trabajar en grupo – dijo a los alumnos en esta lección – nada es imposible. Lo importante es saber siempre empezar de cero”. Lo hizo, también esta vez, con el Cremonese. Y su historia está a la vista de todos: tiene 20 puntos pero, digamos, las mismas derrotas que el Inter después de 14 partidos de liga, con la diferencia de que hizo lo mejor que pudo por el equipo, todo sin ofender sino con admiración. Sí, es cierto, Jamie Vardy también está ahí (con 38 años), pero este grupo con algunos veteranos también está lleno de grandes luchadores, y eso es gracias a él.
Por supuesto: Davide Nicola puede no tener el aspecto de alguien que acaba en los banquillos importantes, y algunos ahora se preguntan por qué eso no ha sucedido todavía. Mantiene la calma (“¿la clasificación? No estoy ni emocionado ni deprimido: la meta aún está lejos”), pero ciertamente tiene una certeza, precisamente ésta: nada es seguro. Y quién sabe, algún día…