Diez años después de los atentados, el recuerdo de aquella noche de horror sigue vivo. Pero también recordamos la solidaridad que se extendió inmediatamente por París: los residentes quitaron las mantas para abrigar a los supervivientes, otros abrieron sus puertas a extraños para ofrecerles refugio y consuelo. Junto a las víctimas, cientos de profesionales (médicos, enfermeros, sanitarios, bomberos) afrontaron la emergencia, en primera línea, y aún conservan las huellas de lo vivido.