La señal parece confusa: Brasil, anfitrión de la COP30, quiere ser líder en materia climática, pero se niega a renunciar a su oro negro. Ilustración con el “Bloque 59”, un nuevo proyecto de exploración petrolera validado unos días antes de la conferencia sobre el clima.
Encomendado al gigante nacional del sector Petrobras, el proyecto estudiará la posibilidad de extraer el equivalente a diez mil millones de barriles de petróleo del subsuelo marítimo brasileño. Una perspectiva que, según los expertos, podría llevar al país del octavo lugar entre los productores mundiales al cuarto.
Las ONG están en pie de guerra, señalando el riesgo medioambiental de tales perforaciones, y “contradicciones” del Presidente Lula, mostrando sus ambiciones climáticas en los medios de comunicación y al mismo tiempo apoyando su industria petrolera. Una posición que Lula asumió claramente durante una entrevista muy comentada en junio, dentro del popular podcast “Mano o Mano”: «Soy realista: el mundo no está preparado para vivir sin petróleo… ¿Por qué no podemos explorar esta riqueza que nos pertenece para producir otra riqueza, la transición energética?»