Sin ellos, Rusia tendría dificultades para vender su petróleo al resto del mundo. Las banderas de conveniencia constituyen un engranaje esencial para eludir las sanciones occidentales que fijó el precio del barril de petróleo ruso en 47,60 dólares (40,9 euros), privando a Moscú de una importante fuente de financiación para su guerra en Ucrania. Después de mucho tiempo desatendidos, Bruselas identificó por primera vez las empresas que enarbolan banderas de Gabón y Comoras en su 19º paquete de sanciones contra Rusia, adoptado el 23 de octubre. Poco antes, en mayo, la poderosa Comisión Marítima Federal estadounidense también había anunciado la apertura de una gran investigación para determinar cómo “leyes, regulaciones o prácticas laxas de registro de embarcaciones favorecen el desarrollo de actores o embarcaciones peligrosas, como las de la llamada flota “fantasma””.
Tolerados durante mucho tiempo para facilitar la globalización del comercio, a costa de una cierta laxitud regulatoria, algunos de ellos se han especializado en el registro de esta flota. La firma de análisis de datos marítimos Windward calculó que, al 1 de agosto, el 38% de los buques sancionados estaban domiciliados en las Comoras, seguidos por Gambia, Camerún y Sierra Leona. La flota de Comoras creció un 274% en un año, según Clarksons Research, otra consultora. En el mismo período, la de Gambia aumentó un 1.000%. Los armadores lo utilizan para ocultar sus vínculos con Rusia aprovechándose de sus regulaciones laxas.
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