En Roubaix, en política, nada es nunca sencillo. Este jueves 11 de diciembre se reunió el ayuntamiento para elegir al nuevo alcalde, a tres meses de las elecciones. Guillaume Delbar (varios de derecha) tuvo que resignarse a renunciar a su cargo, después de haber agotado todos los recursos: fue declarado inelegible por el Tribunal de Casación el 26 de noviembre, epílogo de un asunto que arruinó su segundo mandato. Se utilizaron dos micropartidos para evadir impuestos mediante deducciones fiscales sobre las donaciones realizadas. Ejemplo: por 1.000 euros donados a estas organizaciones, el fisco devolvió 660 euros. Además, el micropartido devolvió en secreto 850 euros al donante y se quedó sólo con 150 euros, mucho menos de lo declarado en concepto de impuestos. El sistema le valió al alcalde, que se benefició del mismo, una pena de prisión suspendida de seis meses, una multa de 3.000 euros y una pena de dos años de inhabilitación en 2021, por fraude a banda organizada y abuso de confianza, confirmada en apelación, y que pasó a ser definitiva con la decisión del Tribunal de Casación.
“Nuestras aventuras políticas sólo nos interesan a nosotros y a los 53 miembros electos del ayuntamiento”, quiere tranquilizar a Frédéric Minard, que se convirtió en alcalde interino tras la dimisión de Delbar y hasta la elección este jueves de Alexandre Garcin, tercer diputado responsable de la transición ecológica y origen de la política de residuos cero de la ciudad. “Tenemos pocos comentarios negativos, los habitantes de Roubais lo consideran una vieja historia.