Se repiten los tiroteos a lo largo de la frontera entre Tailandia y Camboya. Y las esperanzas de un horizonte de paz estable entre ambos países, la esperanza de un acuerdo de desescalada patrocinado hace un mes y medio por el propio Donald Trump, se han vuelto a derrumbar.
La reanudación de los ataques aéreos y las escaramuzas entre los soldados de Bangkok y los de Phnom Penh, protagonistas de un conflicto centenario por el control de determinadas zonas situadas a ambos lados de la frontera común, se produjo en las últimas 48 horas, tras algunos meses de relativa tregua.
Hay algunas bajas: al menos un soldado tailandés y cuatro civiles camboyanos, según fuentes oficiales de ambos bandos. Además, hay varios heridos a ambos lados de la frontera. Mientras que varias decenas, incluso cientos de miles de personas se vieron obligadas a abandonar apresuradamente sus hogares y buscar refugio en otros lugares. Coches, motos, vagones, tractores o furgonetas: como muestran varios medios, todas las vías de escape son válidas. En territorio tailandés y camboyano se informó de colas de varios kilómetros de civiles que huían.
Ambos países se culpan mutuamente por la reanudación de las hostilidades. Tailandia informó inicialmente que uno de sus soldados murió y otros cuatro resultaron heridos en ataques camboyanos en la provincia de Ubon Ratchathani, y agregó que respondió con ataques aéreos “para alcanzar objetivos militares”. Otra versión es la de Phnom Penh, según la cual las fuerzas tailandesas lanzaron ataques en las provincias de Preah Vihear y Oddar Meanchey, sin que sus propias tropas reaccionaran.
Las tensiones se mantuvieron altas incluso después de los primeros signos de una mayor escalada. El primer ministro tailandés, Anutin Charnvirakul, no descartó nuevas operaciones militares “si fuera necesario”, mientras que el primer ministro camboyano, Hun Manet, afirmó que su país “respeta la soberanía y la integridad territorial” de sus vecinos, “pero no permitirá que nadie viole la suya”.
La posible reapertura de uno de los muchos frentes calientes activos en Asia, como es la grave fase de crisis entre China y Japón, ha sido recibida con preocupación por la comunidad internacional: tanto la ONU como la Unión Europea han lanzado llamamientos a una reducción de la tensión, y Bruselas ha pedido también “volver a la declaración firmada el 26 de octubre”. Ese día, en una cumbre con el presidente estadounidense Trump en Malasia, Tailandia y Camboya se comprometieron a dejar de lado su larga disputa territorial, que provocó enfrentamientos este verano que dejaron al menos 43 muertos, y resolver sus diferencias “pacíficamente”.
Reproducción reservada © Copyright ANSA