ela negociación arancelaria con Donald Trump no fue una simple escaramuza comercial. Esta fue una prueba geopolítica a gran escala y la Unión Europea la abordó con las herramientas equivocadas. Mientras la Casa Blanca desplegaba todo el arsenal del poder estadounidense (amenazas arancelarias, presión diplomática, chantaje de seguridad), Bruselas respondió con abogados y tablas de Excel. ¿El resultado? Una Unión Europea que mira su propio debilitamiento, incapaz de movilizar la fuerza política que podría haberse opuesto a la topadora trumpiana.
El problema no es nuevo, pero se volverá particularmente grave en el mundo venidero. La arquitectura institucional europea, resultado de décadas de paciente construcción, se basa en…