por Barbara Ogechi Okonkwo y Clara Pescatori
Durante los próximos siete años, la Unión Europea gestionará casi 200 mil millones de euros gracias al nuevo marco financiero plurianual (MFP), que definirá las prioridades y límites del gasto de la UE para el período 2028-2034. En el centro del debate también estará Global Europael principal instrumento para financiar la acción exterior. No se trata sólo de números: estamos hablando de inversiones que ellos darán forma El papel de Europa en el mundo y su compromiso con los países socios.
La nueva versión del Instrumento Europa Global (GEI) unifica instrumentos preexistentes y establece que al menos el 90% de los recursos cumplan con los criterios de ayuda oficial al desarrollo (AOD). Esto significa que la mayor parte del presupuesto de acción exterior se destinará a crecimiento sosteniblereducción de la pobreza y asociaciones con los países en desarrollo. Sin embargo, si bien mantener la limitación del 90% de la AOD es positivo, la desaparición de otros objetivos de gasto temáticos dirigidos al desarrollo humano, la igualdad de género y la acción climática representa un paso atrás en comparación con el MFP anterior. Este declive corre el riesgo de vaciar los valores de solidaridad y justicia que la UE dice querer defender.
Sin embargo, cuando los recursos se asignan bien, su impacto es evidente. A través de este instrumento, la UE también ha apoyado programas vitales como Gavi y el Fondo Mundial, que han ayudado respectivamente a prevenir más de 20,6 millones de muertes mediante su apoyo a inmunización regularmente en países de bajos ingresos y ha salvado 70 millones de vidas desde su inicio. Estos son resultados concretos que demuestran cómo cooperación internacional puede cambiar la vida de millones de personas y fortalecer la credibilidad de Europa en el mundo.
Sin embargo, hoy existe un riesgo: la flexibilidad de la Europa globalizada podría, si no se calibra correctamente, comprometer los objetivos a largo plazo. La planificación a largo plazo es crucial para el desarrollo sostenible, la consolidación de la paz y la lucha contra las causas profundas de la pobreza y la desigualdad. En este contexto, hacemos un llamado a los líderes europeos para que se conviertan en los verdaderos arquitectos de una Europa más fuerte: una Europa que reconozca que invertir en el desarrollo global no sólo es lo correcto, sino también el más inteligente. Al igual que los arquitectos que diseñaron las estructuras más queridas de Europa, los líderes de hoy tienen la oportunidad de construir un legado duradero: una Europa capaz de unir prosperidad, solidaridad y responsabilidad global.
Por eso nosotros, jóvenes embajadores de ONE Campaign Italia, junto con otros activistas de Francia, Bélgica, Alemania y los Países Bajos, hemos pedido a la clase política en Bruselas que los casi 200 mil millones de euros de la Europa global sean protegidos, fortalecidos y dirigidos hacia objetivos claros y ambiciosos: salud, educación, igualdad de género y clima. Queremos ser parte del proyecto y contribuir a diseñar el proyecto de una Europa más fuerte, más unida y abierta al mundo: una Europa que construya visiones, relaciones y oportunidades globales.
La urgencia y el compromiso con una Europa global y la asistencia oficial para el desarrollo encontraron una voz clara entre los jóvenes, quienes mostraron cómo la desigualdad y la injusticia afectan no solo a nuestras vidas, sino también a las de nuestros pares africanos. El hecho de que nuestras opiniones hayan sido escuchadas y respetadas demuestra que los ciudadanos corrientes también pueden contribuir activamente a construir el futuro de Europa, siempre que den el primer paso. Hoy más que nunca apoyar a la APS es una inversión concreto en la estabilidad global, la justicia social y la prosperidad compartida, porque ayudar a los más vulnerables también significa fortalecer nuestras comunidades y construir un mundo más justo y seguro para todos.
Los desafíos actuales son globales: sólo una respuesta compartida y auténtica, respaldada por recursos adecuados, puede promover la estabilidad y garantizar una mayor seguridad común. La implicación de los ciudadanos y de nosotros, los jóvenes, será decisivo: Sólo con una participación activa podremos pedir a los líderes europeos que inviertan verdaderamente en las personas y el planeta. Es hora de transformar recursos y valores en un compromiso concreto, capaz de dejar un legado de larga duración. Europa se encuentra en una encrucijada: puede elegir ser una fuerza motriz en el mundo o encerrarse en sí misma. Sabemos de qué lado queremos estar.