diciembre 11, 2025
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“Se me ocurrió gritar al teléfono: “¡Quiero hablar con alguien en la vida real!“, me dijo un día una persona en situación de exclusión, ante la voz robótica de un mensaje de voz. Esta falta de respuesta humana es un abandono más para quienes ya viven en la pobreza. Y por parte de los funcionarios públicos, la incapacidad de responder alimenta aún más la angustia: “Cuando tengo a alguien al teléfono trato de entender su petición, aunque dure más de cinco minutos”explica un agente que también ve empeorar la pobreza sin tener medios para responder.

El maltrato institucional muestra que la pobreza no es sólo una falta de recursos, sino también el resultado de un sistema que ya no sabe cómo acomodar a las personas que sufren exclusión. En un país donde 11,2 millones de personas viven por debajo del umbral de pobreza monetaria, incluidos 2,75 millones de niños, y donde 4,1 millones viven en viviendas precarias, las necesidades aumentan más rápidamente que los recursos desplegados.

Para erradicar la pobreza debemos diseñar políticas públicas e implementarlas en función de las necesidades de las personas, como cuando se creó la cobertura sanitaria universal para garantizar el acceso a la atención. Pero hoy el acceso a los derechos depende con demasiada frecuencia de la presencia de una asociación activa o de un funcionario electo movilizado. Este modelo produce desigualdades territoriales que agravan la propia pobreza. Allí donde se suprimen los servicios públicos, disminuye la eficacia de los derechos, surge la pobreza y se arraiga silenciosamente.

La repentina desmaterialización, la complejidad del lenguaje administrativo y la imposibilidad de tener acceso a alguien capaz de explicar todo el procedimiento lanzan a muchas personas a una espiral de sacrificio.

Para luchar eficazmente contra la pobreza, necesitamos que la gente vuelva a acceder a los servicios públicos, y los municipios y las autoridades intermunicipales deben hacer de esto una prioridad para sus conciudadanos. Su fuerza reside en la proximidad: proximidad geográfica a las sucursales, proximidad relacional con los residentes, proximidad social gracias a iniciativas de participación ciudadana. Cuando las personas interesadas ayudan a identificar los obstáculos y proponer sus soluciones, el acceso a los derechos realmente avanza.

En términos más generales, cualquier política pública debe ser co-construida y su impacto evaluado sobre la base del 10% más pobre. Cuando una política es eficaz para garantizar la efectividad de los derechos de los más excluidos, toda la población se beneficia.

En toda Francia, asociaciones locales y funcionarios electos están demostrando que podemos reconstruir espacios donde la pobreza deje de ser sinónimo de aislamiento. Donde se recrea la presencia, el diálogo y la continuidad, la pobreza y la exclusión disminuyen. Es en el corazón de los territorios donde puede renacer la promesa de igualdad.

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