En la carrera inicial para ocupar varios puestos de liderazgo en el Banco Central Europeo (BCE), Isabel Schnabel, actual miembro del Comité Ejecutivo del BCE, presentó su candidatura para suceder a la actual presidenta Christine Lagarde. En una entrevista con la agencia de noticias Bloomberg, cuando se le preguntó si había llegado el momento de que un alemán dirigiera el BCE y si podría ser esa persona, Schnabel dijo: “Si me preguntaran, estaría dispuesto”. Los actuales mandatos de ocho años de Lagarde y Schnabel terminarán en dos años en rápida sucesión. Lagarde dejará el cargo en octubre de 2027, el puesto de Schnabel está limitado a diciembre de 2027.
La implicación de Schnabel, de 54 años, llama la atención por varios motivos. En estos casos, es poco probable que las autonominaciones tengan éxito. En el caso actual, esto es tanto más cierto cuanto que el presidente del Bundesbank, Joachim Nagel, es el segundo candidato alemán en la carrera para suceder a Lagarde. Nagel aún no se ha declarado, pero hace tiempo que se le considera para el puesto en Berlín.
Los estados de la zona euro deciden sobre los datos personales del BCE. La decisión suele ser tomada por el Eurogrupo, el comité de ministros de Finanzas. Los jefes de Estado y de Gobierno también participan en esta cuestión, pero normalmente sólo toman una decisión de facto si un conflicto de personal no puede aclararse de antemano. Dado que el puesto de presidente del BCE nunca ha sido ocupado por un alemán, sino que ya lo ha sido dos veces por franceses, un candidato alemán debería, en principio, tener una oportunidad. Pero esto sólo será válido si queda claro lo antes posible quién es este candidato, dicen los diplomáticos de la UE. En Bruselas se dijo que nada sería más perjudicial para las ambiciones alemanas que si el gobierno federal entrara en la carrera con dos candidatos.
Decisiones de personal en un solo paquete
Antes de incorporarse al BCE, Schnabel fue miembro del Consejo Asesor para la Evaluación del Desarrollo Económico Integral. Lo que también es notable de su candidatura es que las reglas para cubrir puestos en el comité ejecutivo del BCE de seis miembros hablan en su contra. Los tratados de la UE estipulan que el mandato de los miembros del Comité Ejecutivo del BCE se limita a ocho años y que no se permite su reelección. Sin embargo, el BCE afirmó que podría concebirse una interpretación jurídica que permitiera eludir la cláusula.
Como siempre, es poco probable que la decisión sobre el puesto de jefe del BCE se tome aislada de otros nombramientos, y casi con seguridad es demasiado pronto para tomar una decisión preliminar. Antes de los mandatos de Lagarde y Schnabel, expirarán los del vicepresidente del BCE, Luis de Guindos (en mayo de 2026) y del economista jefe Philip Lane (en mayo de 2027). Ya aquí los estados del euro probablemente se esforzarán por mantener el equilibrio habitual entre pequeños y grandes, países del sur y del norte y por dar igual consideración a los “halcones” y las “palomas” de la política monetaria.
Otro objetivo podría ser aumentar el porcentaje de mujeres. Schnabel y Lagarde son las únicas mujeres en el Consejo de Gobierno del BCE. Todos los bancos centrales de los Estados miembros están dirigidos por hombres. Cubrir otros puestos también podría influir, desde la jefa del Eurogrupo esta semana hasta la sucesora de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en el verano de 2029.
“Gobierno federal sin estrategia”
El jefe del banco central finlandés y ex comisario de moneda de la UE, Olli Rehn, es considerado el sucesor de De Guindo. Si gana el puesto, España podría reclamar más adelante otro puesto destacado. Un candidato sería el actual presidente del Banco de Pagos Internacionales (BPI), Pablo Hernández de Cos. También está en cuestión el ex director del banco central holandés, Klaas Knot.
Nagel, miembro del SPD, ya era considerado el favorito del gobierno federal en la época de la coalición del semáforo. La petición de Schnabel demuestra evidentemente que la actual coalición de gobierno no da prioridad a la posición del BCE. Mientras que el ministro de Finanzas, Lars Klingbeil (SPD), simpatiza con Nagel, el canciller Friedrich Merz aún no se ha pronunciado claramente al respecto. “Berlín obviamente tiene otras cosas de qué preocuparse en este momento”, dice un diplomático de Bruselas. En cualquier caso, no existe una estrategia reconocible por parte del gobierno federal.
Debido al temor de larga data de muchos estados de la eurozona respecto de un supuesto “halcón” alemán en la cima del BCE, también se da por sentado que Alemania tendría que pagar un precio por un presidente del BCE, en forma de concesiones de personal en otros lugares o en forma de concesiones políticas. Sería concebible un aumento de las contribuciones alemanas al presupuesto de la UE o la aprobación de eurobonos (que Nagel ya apoya).
Una constelación de personal similar ya existía en 2019, cuando se esperaba que el entonces presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, sucediera a Mario Draghi en la cima del BCE. Weidmann era considerado un halcón en política monetaria. La entonces canciller Angela Merkel (CDU) no apoyó a Weidmann, sino que defendió con éxito a von der Leyen para que dirigiera la Comisión Europea.