Lo ha discutido en los últimos días con líderes europeos clave. Sirve para preparar la línea a seguir para el Consejo Europeo de los días 18 y 19 de diciembre. Un posicionamiento, el de Giorgia Melonique se puede resumir como el habitual acto de equilibrio transatlántico: no sirve romper la unidad europea por los activos rusos, pero sería mejor evitar que una decisión fuerte (y quizás no bien recibida en Washington) pueda complicar aún más las ya precarias relaciones entre la Unión Europea y Donald Trump. Con otro posible riesgo: acercarse a un escenario de pesadilla, el de que Europa se quede sola para defender a Ucrania. “Proyecto ilusorio, sin Estados Unidos a bordo”, repite desde hace un tiempo el primer ministro.
La UE avanza hacia una solución para los activos rusos, también hay luz verde del Banco Central
por nuestra corresponsal Tonia Mastrobuoni

Por lo tanto, todas las miradas están puestas en Bruselas, antes de una cumbre continental convocada para determinar cómo resolver la cuestión de la congelación de los activos de Moscú en los bancos europeos. La presión de las principales capitales es enorme, se necesita una solución. Y Roma, a diferencia de la mayoría de sus socios, sigue planteando dudas sobre la viabilidad de determinadas soluciones.
Meloni conoce el precio de un posible impasse, por lo que, a nivel diplomático, las negociaciones con los sherpas continúan y el representante italiano en Bruselas avanza sin problemas. Todo está sobre la mesa: duración de la intervención, soluciones transitorias, dictámenes jurídicos que certifican el carácter excepcional y único de la medida. Y una vez más, desde Italia informan de la hipótesis de involucrar en la operación a canadienses, japoneses y británicos. Pero desde un punto de vista político, la cuestión es diferente: el temor, que eventualmente Italia expresará ante el Consejo de la UE, es que una mala elección pueda convertirse también en una fuente de división. De hecho, la prioridad es evitar ampliar la brecha con la Casa Blanca, en un momento en el que el riesgo de división sobre el futuro de Kiev sigue siendo enorme.
También hay tácticas en esta línea. Y el deseo de no forzar el asunto con el aliado estadounidense. Las dudas expresadas, sin embargo, no son suficientes para justificar un posible veto: a Meloni le resultaría muy difícil plantearlo si finalmente la Comisión Europea firmase un pacto para utilizar estos activos. Porque una cosa es tener cuidado y otra asumir la responsabilidad de actuar -y posiblemente actuar- como Hungría. Víctor Orbán. Insostenible, porque sería un paso contra Ucrania y probablemente satisfaría a Moscú.
Este tema seguirá debatiéndose, al igual que el plan de paz que están negociando Kiev y Washington. A partir de mañana, el asesor diplomático Fabrizio Saggio Se espera que vuele a París en nombre del Primer Ministro. En la reunión participan combatientes de la resistencia de Trump, pero si se confirma, sería la continuación de la mesa entre estadounidenses y europeos (seguramente estarán presentes Francia, Alemania y el Reino Unido). Lo mismo ocurre con la posible cumbre que se celebrará en Berlín el próximo lunes: todavía falta el anuncio oficial, pero si se celebrara, Meloni debería ir también. Con la condición de que Trump no repita el patrón de agosto y llame a los socios continentales a informar a la Casa Blanca… Lo cierto es que la posible cumbre en la capital alemana tendrá como núcleo europeo el de las últimas semanas: Emmanuel Macron, Friedrich Merz y Keir Starmer. Probablemente también habrá otros líderes europeos: entre otros, el finlandés Alex Stubb.
Mientras tanto, ayer el Primer Ministro participó en otra reunión de los Voluntarios. E incluso en este formato, la cuestión de los activos rusos acabó estando en el centro del debate. El mensaje es claro, aunque depende precisamente de las negociaciones: es imposible no garantizar recursos a Kiev, especialmente en las semanas delicadas y con el riesgo real de un giro de Trump en detrimento de la causa ucraniana.