Alessio Buzzelli
Hoy en día, la trata de personas se ha convertido en mucho más que una simple actividad económica. Tras un crecimiento espectacular en los últimos años, se ha convertido en una gigantesca industria global, que mueve miles de millones de euros y emplea a cientos de miles de personas en diferentes continentes. Y como cualquier gran industria que se precie, vende un “producto” –los viajes ilegales a Europa y especialmente a Italia, en nuestro caso– que tiene un precio. Como ya hemos visto en la investigación publicada ayer en estas páginas, las redes sociales son ahora la principal herramienta a través de la cual traficantes, traficantes, facilitadores y los llamados en la jerga técnica contrabandistas (es decir, aquellos que realmente introducen inmigrantes ilegalmente dentro de las fronteras de un estado) encuentran clientes y venden sus servicios. Y en las redes sociales, entre otras cosas, también es posible encontrar precios reales, anunciados por los propios traficantes, que varían en función de las rutas de viaje, los medios de transporte utilizados y los servicios adicionales como documentos falsos, comida, alojamiento. Incluso las mantas y los chalecos salvavidas cuestan dinero.

Vídeo sobre este tema.
Naturalmente, estos tipos rara vez son visibles en la pantalla: después de todo, todavía estamos hablando de organizaciones criminales fluidas pero bien estructuradas, que a menudo cambian de usuarios, cuentas y bases. Por lo tanto, para acceder a él es necesario establecer el contacto correcto y luego llevarlo al siguiente nivel, generalmente con aplicaciones de mensajería, el medio preferido para transmitir tarjetas de viaje y otra información de viaje. Vimos algunos. De Libia a Italia por ejemplo, el precio puede variar entre 1.000 y 4.000 euros, dependiendo de la “calidad” del vehículo elegido. De hecho, el contrabandista de bateas anclado en el imaginario colectivo ya no existe: hoy en día utilizamos a menudo veleros e incluso yates, que son mucho más caros, pero también menos interceptables. Y luego los buques de carga, los ferries regulares y, a veces, los aviones.
Incluso hay promociones dedicadas a personas mayores, niños o aquellos que traen consigo más personas. De Turquía a Italia en barco puedes conseguir hasta 6,00 euros, que aumenta aún más si utilizas el avión. Para los viajes intercontinentales, el precio aumenta aún más, también porque hay más vehículos para utilizar: desde Pakistán se pagan 8.000 euros. En cambio, si el país de salida está más cerca, el gasto es sensiblemente menor: 900 euros desde Túnez, unos 2.000 desde los Balcanes por tierra.
Pero Italia no es el único lugar al que llegan los inmigrantes. De Turquía a Grecia el coste ronda los 2.000 euros en barco, algo más de 1.000 euros si se viaja en coche.

Pero las rutas cambian a menudo, porque las organizaciones que gestionan el tráfico de migrantes son altamente adaptables y evolucionan de acuerdo con las regulaciones internacionales, las patrullas, las condiciones climáticas e incluso los trastornos geopolíticos que inevitablemente surgen. Las macrorutas siguen siendo las del Mediterráneo central (Norte de África – Italia), el Mediterráneo occidental (España), el Mediterráneo oriental (Grecia, Chipre y Bulgaria), así como las denominadas “balcánicas”, que, desde el Este, apuntan hacia el lado cada vez más blando de la vieja Europa.