A finales de 2025, la Escuela de Niños Enfermos del Aube (EEMA) podrá contar con cifras significativas: 80 voluntarios, 35 jóvenes apoyados en su carrera escolar, sin olvidar a los más de 200 jóvenes que se han beneficiado de sesiones de lectura adaptada, actividades lúdicas y prácticas artísticas en el hospital. Con un total de 3.658 horas de voluntariado, la asociación trabaja más que nunca con niños y adolescentes que tienen problemas de salud y cuyas familias quieren que mantengan un vínculo con la escuela, en particular para no perder un año de clases. Con sus prácticas culturales, también les cambia de opinión permitiéndoles desarrollar vínculos sociales.
Aunque la asociación persigue grandes objetivos, sus necesidades siguen siendo muy concretas. “Siempre estamos buscando voluntarios”, recuerda Sibylle Bertail-Fassaert, presidenta de la EEMA. Recursos humanos, pero también financieros, aunque sea modestamente, el fundador no aborda el tema de forma espontánea. “Contamos con profesionales cuyos costos aumentan, sin olvidar a nuestros dos cuadros permanentes que velan por la coordinación entre la parte médica, las familias, los jóvenes y la educación”. Ante las restricciones presupuestarias de las autoridades locales, la asociación cuenta con la generosidad de empresas, patrocinadores y asociaciones asociadas para continuar sus actividades y desarrollar otras.
Talleres enfocados a la expresión corporal y la voz.
Entre las acciones que la EEMA desea reforzar a petición del personal médico, se encuentra el apoyo a los jóvenes hospitalizados en el psiquiatría infantil de Troyes, con la idea de ofrecer actividades durante las vacaciones. Desde hace tres años, Isabelle, artista profesional, recibe un salario para ofrecer mediación artística una vez por semana a jóvenes pacientes voluntarios, en un espacio situado fuera de la sala del hospital.
“Son talleres muy centrados en el cuerpo y en la expresión corporal, y por tanto en la voz, para permitirles atreverse, ser creativos y tener una relación con su cuerpo diferente a la que podían haber tenido hasta entonces” especifica la mediadora. “Por eso llamamos a este taller juguemos al yocómo puedo jugar a ser yo mismo, y que hemos excluido la palabra teatro porque también usaremos danza, lengua de signos, canto, baile o incluso música… La idea es tirar de todos los hilos para hacerlos expresar”.
El objetivo es ayudar a estos jóvenes a recuperar la confianza en sí mismos para comunicarse, pero también hacia los demás y a escapar del contexto médico que marca su vida cotidiana. “Esto les permite interactuar en grupo porque son jóvenes que tienen un seguimiento muy individualizado”, añade Aline Rafael, responsable sanitaria de la unidad de hospitalización juvenil de La Station. «Son principalmente adolescentes aunque tengamos menos de 10 años, con todas las patologías mentales en el sentido más amplio y sólo para hospitalizaciones planificadas… No atendemos urgencias».
Aquí la intervención del artista completa indirectamente el programa de tratamiento llevado a cabo en la estructura. “Nietzsche dijo que un día nos daremos cuenta de que todo arte es terapéutico”, sonríe Isabelle. La profesional quiere aclarar que no es psicóloga y no sustituye el trabajo de los cuidadores. Pero los resultados siguen siendo evidentes durante las sesiones en grupos pequeños (no más de 8 participantes y no todos hospitalizados): “Tenemos jóvenes que se enderezan físicamente, cuya voz escuchamos, que se atreven a expresarse ante los demás, que tienen una perspectiva cambiante de sí mismos. Cuanto más los veo audaces, más me doy cuenta de la bondad que tienen hacia ellos mismos y hacia los demás, mientras que cuando llegan, a menudo se muestran muy cerrados”, observa el ponente.
“Los jóvenes necesitan ayuda y apoyo”
Al mismo tiempo, dos voluntarios trabajan en parejas en un taller creativo cada 15 días dentro del servicio. Este es el caso de Laurence que realizó esta acción en 2024 mientras trabajaba en animación. “Esta semana, por ejemplo, vine con un montón de libros viejos de bolsillo e hicimos árboles de Navidad que ellos decoraron, y también hicimos angelitos”, describe.
Los adolescentes pueden demorarse, pero rápidamente quedan atrapados en el juego. “A veces se echan una siesta justo antes y, además, llega el momento en que se quedan un poco privados de su móvil… Les digo que estoy aquí y que ustedes no están privados de mí”, se ríe Laurence. “Pero cuando se van, en general están contentos”. Las sonrisas, incluso el “¡Gracias, fue tan lindo!” » seguirse unos a otros. Misión cumplida para los dos voluntarios que contribuyeron a la recuperación de los jóvenes pacientes.
La Escuela Infantil de Aube también funciona en los centros médico-psicológicos de Romilly-sur-Seine y Troyes (Pasteur), así como en el hospital de día “Espace Recovered”, gestionado por el instituto público de salud mental de Aube. Proyectos que requieren tiempo y dinero de los voluntarios. Pero Sibylle Bertail-Fassaert y sus compañeros de viaje mantienen su voluntarismo más que nunca; “Los jóvenes necesitan ayuda y apoyo y no los abandonaré”, insiste el presidente.