La ONU tiembla, el nombramiento de Francesca Albanese corre el riesgo de ser cancelado. El embajador suizo Jürg Laube, presidente del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, supuestamente eludió las reglas de la ONU al renovar el nombramiento de Francesca Albanese como relatora especial sobre la situación de los derechos humanos en los territorios palestinos. Hay misterio en torno al nombramiento del relator de la ONU por otros tres años. Todo consta en los documentos que consultó Il Giornale. Francesca Albanese, que se ha convertido en un ícono de la izquierda global y del movimiento Pro Pal, fue reconfirmada para un segundo mandato en abril pasado. El anuncio oficial se produce, con gran fanfarria, durante la 58ª sesión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Vuelve a confirmar que, sin embargo, esto habría ocurrido forzando los procedimientos y ahora podría convertir el nombramiento en ilegítimo. Así como todos los informes elaborados desde abril hasta la actualidad.
Todo comienza con la denuncia dirigida a los líderes de la ONU por Hillel Neuer, director ejecutivo de UN Watch, una ONG acreditada por la ONU. Se dice que Albanese, en su cargo anterior (2022-2025), violó repetidamente el código de conducta impuesto a los consultores de las Naciones Unidas. Las violaciones supuestamente se refieren a las posiciones antisemitas adoptadas con sus intervenciones públicas, sus tuits de apoyo a los terroristas de Hamás y su participación en dos misiones en Nueva Zelanda y Australia financiadas por ONG cercanas a Hamás. Un expediente de 56 páginas que documenta “violaciones graves y sistemáticas del Código por parte de albaneses, incluidas faltas de imparcialidad, integridad y moderación, cuya recepción fue debidamente confirmada por la Oficina del Presidente”. Estos comportamientos habrían requerido la apertura de una investigación de la ONU contra el relator, antes de proceder a una posible renovación del cargo. Sin embargo, no se llevó a cabo ninguna investigación, lo que prácticamente obligó a cumplir las normas. En la denuncia presentada por Un Watch, el presidente del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, Jürg Laube, es acusado de haber realizado este nombramiento en flagrante violación de la declaración presidencial del Consejo de Derechos Humanos 8/PRST/2, adoptada por unanimidad en 2008 y sancionada por el art. 7 del Manual Operativo de Procedimientos Especiales, que impone una obligación clara y vinculante: “El Presidente del Consejo de Derechos Humanos transmitirá al Consejo la información que le haya sido señalada en relación con los casos de incumplimiento persistente del Código de Conducta por parte de un titular de mandato”, en particular antes de la renovación del mandato. Limpia de burocracia y de papeles sellados, la acusación es muy simple: si está pendiente una denuncia por violación del código de conducta contra un consultor de la ONU (como en el caso de Albanese), el Consejo de Derechos Humanos tiene la obligación de examinar las denuncias y luego, sólo en caso de una investigación negativa, puede proceder al nombramiento. Sin embargo, en el caso de Albanese, estas medidas no se tomaron. Y es por eso que el problema albanés corre el riesgo de afectar ahora incluso a los dirigentes de las Naciones Unidas. Además, el presidente Jürg Laube recibió cartas de los gobiernos de Argentina, Hungría e Israel, así como del presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, informando de la violación del código de conducta por parte de Albanese.
Finalmente, la decisión del presidente Jürg Laube, tal como se recoge en el Acta de la Oficina del Consejo de Derechos Humanos de la ONU del 1 de abril de 2025, de desviar las cartas de queja al Comité de Coordinación fue un intento flagrante de eludir al Consejo y a sus Estados miembros. Ahora, el supuesto nombramiento falso de albaneses corre el riesgo de avergonzar enormemente al secretario general António Guterres.