por Giacomo Gabellini
Allá Estrategia de seguridad nacional publicado muy recientemente por la administración Trump se inspira claramente en la misma lógica que subyace al proyecto de estrategia de defensa nacional consultado en septiembre por Política y de Correo de Washington.
El documento refleja un cambio en el enfoque de los esfuerzos de Estados Unidos hacia el hemisferio occidental, consistente con una reformulación actualizada del Doctrina Monroe hecho explícito por el llamado “corolario de Trump”. El texto afirma claramente que “después de años de abandono, la Doctrina Monroe pretendía restaurar la preeminencia americana en el hemisferio occidental y proteger la patria y nuestro acceso a áreas geográficas clave en la región. Negaremos a los competidores no hemisféricos la capacidad de posicionar fuerzas u otras capacidades ofensivas, o de poseer o controlar recursos estratégicamente vitales, en nuestro hemisferio. Este “Corolario Trump” de la Doctrina Monroe representa una restauración efectiva y reflexiva del poder y las prioridades estadounidenses consistentes con los intereses estadounidenses. seguridad nacional“.
La primacía de intereses en el hemisferio occidental crea un ecosistema de círculos concéntricos que obliga a Estados Unidos a colocarse bajo su control. los países geográficamente más cercanosintegrar en la medida de lo posible a los “Estados no hemisféricos” ubicados en posiciones hostiles en cadenas de suministro desconectadas.
La referencia está claramente dirigida a Porcelana, a lo que la estrategia de seguridad nacional pretende contrarrestar reforzando el patrón de alianzas en el tablero asiático y confiando a la marina estadounidense la tarea de proteger las rutas comerciales en la macrorregión del Indo-Pacífico.
Los cines de Oriente Medio y especialmente de África cubren relevancia muy marginal en la visión estratégica definida por la administración Trump. Lo mismo ocurre con Europa, que tendrá que asumir mayores cargas de defensa en el marco de un reparto de tareas y responsabilidades que afecta también a la Nacido. La retirada estadounidense implica necesariamente una reconfiguración de la Alianza Atlántica, cuyo proceso de ampliación debe bloquearse en nombre de un reequilibrio estratégico de las relaciones con Rusia.
En cambio, la Estrategia de Seguridad Nacional dedica párrafos enteros a objetivos económicos. Convertir todo el hemisferio occidental en una zona de influencia exclusiva de Estados Unidos debe ir de la mano con la reconstrucción de la base industrial, lo que puede lograrse canalizando capital nacional y extranjero hacia sectores estratégicamente importantes como la inteligencia artificial.
La recuperación de una dimensión concreta productivo Es de fundamental importancia no sólo para aliviar las limitaciones de la dependencia externa, sino también para elevar el nivel de vida de millones de ciudadanos estadounidenses.
El documento pretende esencialmente corregir las distorsiones en el ámbito de la planificación estratégica acumulado durante tres décadas, durante las cuales las clases dominantes en Washington “sobreestimaron la voluntad de Estados Unidos de asumir permanentemente cargas globales en las que la población no veía ninguna conexión con el interés nacional. vaciar la clase media y la base industrial de la que depende la preeminencia económica y militar de Estados Unidos.
Las clases dominantes del pasado “permitieron a sus aliados y socios pasar el coste de su defensa a nuestra poblacióny a veces para arrastrarnos a conflictos y controversias que son centrales para sus intereses pero periféricos o no relacionados con los nuestros. Han vinculado la política estadounidense a una red de instituciones internacionales, algunas de ellas motivadas por un abierto antiamericanismo y otras por un transnacionalismo que busca explícitamente disolver la soberanía de los estados individuales. En resumen, nuestras elites no sólo persiguieron un objetivo fundamentalmente indeseable e inalcanzable, sino que al hacerlo socavaron los medios necesarios para lograr ese objetivo: el carácter de nuestra nación en el que descansaban su poder, riqueza y dignidad.
Como resultado de estos errores catastróficos, Estados Unidos desperdició sus recursos y energía en conflictos ubicados en teatros periféricos, sentando las bases de una expansión hoy anacrónica porque no guarda proporción con las capacidades reales del país.
En este sentido, la estrategia de seguridad nacional desarrollada por la administración Trump reduce significativamente el espectro de intereses y objetivos estadounidenses, anclando la seguridad nacional estadounidense a las perspectivas de recuperación económica que requieren una gestión eficaz de los desafíos -desde la reindustrialización hasta la adquisición de una posición dominante en el campo de la inteligencia artificial – de importancia histórica.
La estrategia de seguridad nacional se configura, por un lado, como un “llamado a las armas” para un país que ya no es capaz de preservar su posición hegemónica. Por el otro, como un intento embrionario de adaptarse a una estructura internacional caracterizada por la presencia de una multiplicidad de centros de poder en competencia.