“Es realmente importante dar a los ciudadanos la sensación de que tienen control sobre lo que está sucediendo. » Con estas palabras, los 27 países de la Unión Europea ratificaron el lunes un claro endurecimiento de su política migratoria, allanando el camino en particular para enviar inmigrantes a centros situados fuera de las fronteras de la UE.
Reunidos en Bruselas, los ministros del Interior de los Estados miembros de la UE dieron la primera luz verde a tres textos presentados este año por la Comisión Europea para regular más rigurosamente las llegadas y retornos de exiliados.
Están previstas tres nuevas medidas: la apertura de centros fuera de las fronteras de la UE – los famosos “hubs de retorno” – para enviar a inmigrantes cuyas solicitudes de asilo hayan sido rechazadas, sancionar a quienes se nieguen a abandonar el territorio europeo, con períodos de detención más prolongados, o incluso repatriar a los solicitantes de asilo a países de los que no proceden, pero que Europa considera “seguros”.
La caída de las llegadas, en torno a un 20% menos en entradas irregulares respecto al año pasado, no ha aliviado la presión sobre los dirigentes políticos del Viejo Continente. De lo contrario.
Escépticos, Francia y España no tienen mucho peso
Sus ideas conmueven a la izquierda y a las asociaciones de protección del exilio, que denuncian medidas que vulneran los derechos humanos. “En lugar de invertir en seguridad e inclusión, la UE está optando por políticas que arrojarán a más personas al peligro y la inseguridad jurídica”, advierte Silvia Carta de Picum, una ONG de protección de inmigrantes indocumentados.
Bajo el liderazgo de Dinamarca, que ocupa la presidencia rotatoria de la Unión Europea y ha defendido durante mucho tiempo este endurecimiento de la migración, los estados miembros avanzaron a toda máquina en el examen de las medidas.
De hecho, existe una “voluntad política ampliamente compartida” entre los Veintisiete de validar estas propuestas, afirma un diplomático. Entre los pocos escépticos: Francia, que cuestiona la legalidad y eficacia de algunas de estas medidas, y España, no convencida por los “centros de retorno”, ya probados por varios países pero sin éxito real.
Sin embargo, esta posición es cada vez más “difícil de mantener”, ya que la presión que ejercen algunos países para adoptarlas es fuerte, asegura el ministro español del Interior, Fernando Grande-Marlaska.
Estas medidas también cuentan con el claro apoyo de la derecha y la extrema derecha, que unieron fuerzas en el Parlamento Europeo la semana pasada para darles la primera luz verde. Una vez más, la idea es actuar con rapidez, y muchos parlamentarios y líderes piden su adopción definitiva a principios del próximo año.
Nuevo sistema de distribución de solicitantes de asilo
Los Veintisiete también acordaron el lunes un nuevo sistema de distribución de los solicitantes de asilo en Europa.
Para brindar ayuda a los países a lo largo de las rutas migratorias, como Grecia e Italia, la UE pronto exigirá a otros estados miembros que reasenten a los solicitantes de asilo en su territorio. O en su defecto pagar una contribución financiera de 20.000 euros por solicitante de asilo a los países presionados.
Los países de la UE llevan varias semanas negociando cómo poner en marcha este sistema, que entrará en vigor el próximo mes de junio.
Las negociaciones sobre esta cuestión han sido particularmente difíciles, ya que los países dispuestos a aceptar solicitantes de asilo de otro Estado miembro son raros en el contexto político actual. “Hay pocos ministros del Interior que quieran comparecer ante la prensa y dar su opinión. Ok tengo 3000 » explica un funcionario europeo, hablando bajo condición de anonimato. La distribución exacta decidida por los Veintisiete el lunes es confidencial.