El nuevo impacto de la idea autoritaria de la política se basa en una premisa pseudoliberal muy extendida: la política debe, por tanto, respetar el resentimiento colectivo como un llamado ejercicio de la libertad y no perturbarlo por la articulación política de las minorías. Sin preocupaciones por recuerdos de injusticia distributiva y efectos secundarios del estilo de vida. Sin que le molesten las preguntas sobre la “normalidad”. De lo contrario, en última instancia habría una preocupación legítima por una revuelta autoritaria. Esta visión, que naturaliza así el resentimiento, es el núcleo de lo que se llama la derecha.