No imaginábamos necesariamente al hombre de Neandertal como un Prometeo prehistórico, capaz de arrebatarle el fuego a la Madre Naturaleza. Y no sólo gracias a un incendio forestal espontáneo o a un rayo, sino haciéndolo surgir a voluntad a partir de chispas extraídas de un mineral, la pirita. Sin embargo, es a este homínido tan despreciado a quien ahora atribuimos el primer encendedor, la primera evidencia de encendido intencional y repetido de una fogata. Ocurrió hace más de 400.000 años, en lo que hoy es Inglaterra.
“Este es sin duda el descubrimiento más apasionante de mis cuarenta años de carrera”exulta Nick Ashton (Museo Británico, Londres), quien dirigió esta obra descrita en Naturaleza, Miércoles 10 de diciembre, en un estudio titulado “Las evidencias más antiguas de la producción del fuego”. Esta evidencia fue tomada pacientemente del yacimiento de Barnham (Suffolk), en el este de Inglaterra, al aire libre y no en una cueva.
Este pozo de arcilla en desuso ya era conocido por su potencial arqueológico: durante las excavaciones del siglo XX se encontraron allí huesos de elefante, restos fosilizados de peces y varios mamíferos, así como herramientas de piedra.Y siglo. Pero también sedimentos rubificados, es decir, enrojecidos por la combustión, y que datan de hace 415.000 años.
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