Lo sabemos, pero sobre todo lo sentimos: los veranos se vuelven cada vez más calurosos con el paso de los años. Particularmente dolorosos han sido los episodios cada vez más frecuentes de olas de calor que han azotado a Francia en los últimos años, con temperaturas que en algunas regiones alcanzan a veces los 39 grados. Tal y como explica el medio Popular Mechanics, a partir de ahora el calor del verano se irá extendiendo paulatinamente al resto de estaciones, hasta el punto de alargar notablemente la temporada de calor.
El verano podría durar, dicen los científicos Todavía faltan 42 días para 2100. La causa es, obviamente, el cambio climático, que corre el riesgo de asfixiar nuestros veranos, con múltiples consecuencias para la salud y el medio ambiente.
En 2021, un equipo de investigadores chinos analizó el lento cambio en la duración de las cuatro estaciones tradicionales y descubrió que las condiciones que normalmente asociamos con el verano pronto podrían durar la mitad del año, mientras que el invierno se reduce a menos de dos meses. Cuatro años más tarde, la investigación realizada por científicos de Royal Holloway de la Universidad de Londres se centró en los cambios climáticos específicos del continente europeo.
La investigadora Celia Martín-Puertas y su equipo detallaron sus hallazgos en Nature Communications. Analizando capas antiguas de sedimentos lacustres europeos, lograron rastrear un período cuyo clima tiene similitudes con el nuestro: el óptimo climático del Holoceno, ocurrido entre 9.500 y 5.500 años antes de nuestra era. Durante esta fase la Tierra ya había registrado un aumento notable de su temperatura media.
calentamiento progresivo
Esta tendencia no fue uniforme: el Ártico y el norte de Europa se vieron particularmente afectados, y esta anomalía climática fue causada por un calentamiento natural del Ártico, que tuvo el efecto de alargar los veranos mucho más allá de sus límites habituales. Hoy en día, nuestras regiones polares se están calentando cuatro veces más rápido que el promedio mundial, en gran parte debido al efecto albedo del hielo, su capacidad de reflejar la luz solar, que tiene el efecto de acelerar el calentamiento.
El calentamiento del Ártico reduce la diferencia de temperatura entre el polo y el ecuador, frenando los movimientos del aire. Resultado: los veranos son más largos y las olas de calor más fuertes. Los investigadores estiman que cuando esta brecha se reduce en un grado, el verano europeo se prolonga seis días, lo que aumenta los riesgos de enfermedades relacionadas con el calor (insolación, deshidratación) y trastornos de salud mental en los humanos (depresión, ansiedad). El medio ambiente ya está sufriendo todas las consecuencias de este calentamiento, ya sea la fauna (extinción de especies) o la flora (incendios, estrés hídrico).
“Nuestros hallazgos muestran que esto no es sólo un fenómeno moderno; Es una característica recurrente del sistema climático de la Tierra.“dice Laura Boyall, coautora del estudio, en un comunicado de prensa. Pero, en su opinión, lo que es diferente hoy “es la velocidad, causa e intensidad del cambio”.
Vivimos en una verdadera emergencia climática. Europa ahora debe incrementar sus esfuerzos para frenar el calentamiento global que la está afectando. Pero, entre el fracaso de la reciente COP30, la deforestación cada vez más colosal o incluso la imposibilidad de encontrar un compromiso para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para 2035: todo parece ya perdido de antemano. Así que, para los próximos veranos, prepara ya una gran provisión de cremas solares…