Europa e Italia “se mantienen firmes junto a Ucrania y su pueblo” por una “paz justa, equitativa y duradera, respetuosa del derecho internacional, la independencia, la soberanía, la integridad territorial y la seguridad de Ucrania”. Porque “las dinámicas puramente bilaterales colocan a los débiles a merced de los fuertes”. En este caso, se trata de Rusia, con su “loca” pretensión de evocar la paz “haciendo la guerra”, detrás de la cual se esconde la pretensión de “imponer sus propias condiciones”. Estas son las líneas claras que sigue Sergio Mattarella en su discurso de fin de año ante los embajadores extranjeros en Roma.
Principios necesarios, según el Jefe de Estado, para tomar el camino correcto en la encrucijada de la historia entre el “viejo orden” y el “nuevo”, en el que algunos países quisieran apoyarse para “aplastar por todos los medios la violencia, la guerra, la conquista, la competencia entre Estados por la monopolización de los recursos”. Son las horas en las que Volodymyr Zelensky negocia un plan de paz nacido en Washington, más apreciado por Moscú que por Kiev, intentando resistirse a las concesiones territoriales gracias al apoyo de los europeos. Mientras que en Bruselas el bloqueo de los activos rusos congelados se lleva a cabo con el frío consentimiento del gobierno italiano, que se prepara a lanzar el decreto que extiende la extensión de armamentos a Kiev (“Y si también debemos hablar con razón de trabajar por la paz – explica el subsecretario Giovanbattista Fazzolari, esto se hará porque – siempre ha sido la intención del gobierno”). En el Quirinal, decenas de embajadores escuchan al presidente de la República y al final aplauden de pie pero, como ocurre desde hace años, ni el de Rusia ni el de Bielorrusia están allí. Sin embargo, las referencias explícitas a la Federación de Rusia y su “desafortunada” y “antihistórica” elección de “conquista territorial” con la “cruel arrogancia de las armas” llegarán rápidamente a Moscú. Lo contrario ocurre con la amenaza nuclear, que en sí misma “parece un crimen contra la humanidad”.
Y con “el regreso de los ‘soldados de fortuna'”. Para el Jefe de Estado, se trata de un escenario en el que asistimos a la “pérdida del equilibrio de la vida internacional”, que siempre ha sido “la antecámara de la guerra porque conduce a la tentación del abuso”. Una amenaza ante la cual la alternativa entre “rendirse y doblegarse” ante esta deriva o “contrarrestarla” para “restablecer el equilibrio” y evitar conflictos no debería suscitar dudas. El predominio del derecho y el respeto de las reglas son los principios que hacen funcionar a la comunidad internacional desde hace décadas, con un camino “ciertamente no siempre positivo”, que inspiró el nacimiento de la ONU y de la Unión Europea, “una de las experiencias más exitosas de paz entre los pueblos y de democracia”.
Frente a unos diplomáticos acostumbrados a salir de un léxico formal y táctico, Mattarella utiliza metáforas detrás de las cuales es fácil identificar referencias a la actualidad internacional, en las que los ataques contra Europa de Trump, que la azota mientras lleva las riendas de las negociaciones sobre Ucrania, se entrelazan con los de Elon Musk. El Presidente de la República reaviva su fe en el multilateralismo: “La afirmación de que las “dinámicas puramente bilaterales” vuelven a ser “la medida de las relaciones entre los pueblos libres” es inaceptable. Porque los principios y normas compartidos no son “una jaula” sino “un soporte que protege sobre todo a los más débiles”. Una postura que no dista mucho de la de Guido Crosetto. “Estoy muy decepcionado por el hecho de que Estados Unidos esté interviniendo para negociar la paz en el corazón de Europa. Si mañana los Estados europeos dijeran que hay una persona para representar todas las negociaciones, ni Trump ni Rusia podrían decir que no”, dijo una hora más tarde el Ministro de Defensa en Atreju, subrayando que “Putin disparó ayer 1.200 misiles contra Ucrania, como en los días anteriores, y está hablando de paz”.
Luego está Oriente Medio entre las preocupaciones del Jefe de Estado, con la prioridad de “consolidar el alto el fuego” y avanzar hacia la solución de dos Estados, porque “no hay otros”. Pero también las guerras en Sudán (“la mayor crisis humanitaria del mundo”) o en Myanmar. Entre conflictos, migraciones y proteccionismo, es un contexto en el que la “colaboración” es necesaria, porque – concluye Mattarella – “un mundo con unos pocos predestinados sentados en el banquete y muchos destinados a esperar recibir algunas migajas no es aceptable”.
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