El sábado por la tarde, un año después de su reapertura, la catedral de Notre-Dame de París vivirá un momento histórico. Por primera vez, 2.500 personas se reunirán en la nave para presenciar la mayor beatificación colectiva jamás organizada en Francia. Medio centenar de jóvenes católicos, que murieron como mártires bajo el régimen nazi entre 1944 y 1945, serán elevados al rango de beatos durante una misa a las 14,30 horas.
Entre estos 2.500 participantes, 1.500 son familiares de estos mártires. Una movilización excepcional presidida por el cardenal Jean-Claude Hollerich, arzobispo de Luxemburgo. También estarán presentes los obispos francés y alemán, que pondrán esta beatificación bajo el sello de la reconciliación. El purpurado se dirigirá también a los fieles “en francés y también en alemán”.
Una misión clandestina de alto riesgo
La Iglesia rinde así homenaje a los sacerdotes, seminaristas, scouts y fieles laicos – muchos de los cuales proceden de la Juventud Cristiana Obrera (JOC) – de la “Misión San Pablo”. Esta forma de capellanía clandestina fue establecida en 1943 por el padre Jean Rodhain, futuro fundador del Secours catholique, y el arzobispo de París Emmanuel Suhard.
Se trataba entonces de proporcionar asistencia espiritual a los jóvenes elegibles para el Servicio de Trabajo Obligatorio (STO), que afectaba a entre 600.000 y 650.000 personas. Una misión de alto riesgo: en diciembre de 1943, una orden del jefe de la Gestapo, Ernst Kaltenbrunner, atacó las actividades católicas de la STO, ordenando el arresto o incluso el envío de algunos miembros activos de la Misión a campos de concentración.
Deportados a Buchenwald, Mauthausen, Dachau o Neuengamme, estos jóvenes murieron entre 1944 y 1945 “por odio a la fe”, según la fórmula vaticana que reconoce su martirio. “Murieron de hambre, de dolor, de malos tratos”, explica mons. Mauricio de Germiny. “Uno de ellos fue decapitado, otro asesinado con una tabla y sobre todo contrajeron las peores enfermedades como el tifus o la disentería”.
La catedral permanecerá cerrada todo el sábado para esta ceremonia excepcional, a la que sólo se podrá acceder previa presentación de un documento de acceso. La misa seguirá siendo transmitida en vivo y en su totalidad por KTO.