¿Por qué hay tanto, demasiado odio hacia la vieja Europa por parte de Donald Trump, quien a menudo se hace eco de la proverbial hostilidad de Vladimir Putin? ¿A qué tienen que temer Donald y el zar? ¿Por qué, si la civilización del viejo continente está en las últimas, si tiene líderes ridículos, ambos mantienen una intolerancia constante hacia la Unión Europea? Una intolerancia que se refleja en términos explícitos en el ahora famoso documento de la Casa Blanca “Estrategia de Seguridad Nacional 2025”, que concierne sobre todo a la UE y no a los 27 Estados soberanos que la componen. En efecto, de estas páginas, además de una crítica despiadada y sacrosanta a la burocracia bruselense, se desprende una fuerte simpatía hacia los partidos europeos que defienden la dimensión nacional en detrimento de la Unión. Una paradoja si consideramos que el primer ejemplo de organización supranacional que se transformó en patria y formó un pueblo hace trescientos años es esta federación de estados que lleva el nombre de Estados Unidos.
La verdad es que Trump, implícitamente, y Putin, descaradamente, desprecian la Europa de hoy, se burlan de ella, pero temen su potencial, lo que podría llegar a ser. No les importan sus conflictos internos, pero quieren que siga dividido en 27 estados para utilizar el idiota útil del momento para paralizarlo (la filosofía húngara). Porque una Europa unida tendría todos los derechos –y todos los números– para asegurarse un lugar en la presidencia del nuevo orden mundial. A pesar de la crisis que viven las economías de la Unión en el ranking del PIB nominal mundial (datos de Perspectivas de la economía mundial), los 27 países juntos ocupan el segundo lugar detrás de Estados Unidos y todavía ligeramente por delante de China. Sin embargo, si nos fijamos en la clasificación del “producto interior bruto en paridad de poder adquisitivo”, la Unión Europea sólo está precedida por China y los Estados Unidos, pero casi duplica al nuevo gigante que es la India. En términos de población, somos tres veces más grandes que Rusia y una vez y media más grandes que Estados Unidos. En términos de tecnología, estamos atrasados, pero si se juntan grupos públicos, grupos privados y universidades, no haría falta mucho para recuperar el tiempo perdido. Lo mismo ocurre con la defensa: en 2024, los 27 países unidos estaban por detrás de Estados Unidos en gasto militar; Sus recursos ciertamente representaban un tercio de los arsenales de Washington, pero eran mayores que los de China y Rusia.
Este dato basta para explicar por qué nos temen y por qué se ríen de nosotros. Definitivamente hoy estamos en crisis, pero mañana podríamos ser grandes.
Quieren encerrarnos en nuestra dimensión de pequeñez y división. Una condición que le permite fragmentarnos aprovechándose del egoísmo nacional. Al mismo tiempo, temen que una chispa (véase el asunto de Ucrania) nos haga tomar conciencia de lo que podríamos ser y lo que no somos.