PAG¿Por qué quitar lo que los ciudadanos apoyan, lo que los estudiantes defienden y lo que ha funcionado durante diez años? Tres convenciones ciudadanas en siete años, y vuelve la misma preocupación: ¿qué hacemos con estos ejercicios democráticos cuando tocan políticas públicas esenciales como la ecología, el final de la vida o la escuela?
El nuevo acuerdo sobre el tiempo dedicado a los niños llega en un momento en el que las escuelas fallan, las familias tienen dudas, los profesores están agotados y la confianza en las instituciones educativas se debilita. Entre sus recomendaciones centrales está la generalización de cursos de cuarenta y cinco minutos en las escuelas secundarias. Una medida sencilla y estructurante que pretende devolver legibilidad y sentido a un sistema saturado: más proyectos, más interdisciplinariedad, más atención a los ritmos de los estudiantes.
Y esto no es un detalle: sin que exista un consenso científico sobre una duración precisa, muchas observaciones convergen en situar la capacidad de atención de los adolescentes en torno a los cuarenta minutos. Los propios estudiantes lo expresaron durante la audiencia previa a la conferencia ciudadana del 7 de noviembre: después de cuarenta minutos abandonan.
Pero esta innovación no es sólo una propuesta de los ciudadanos: se aplica desde hace diez años en una institución pública de Seine-Saint-Denis, el colegio internacional del Este de París (Cliep), en Noisy-le-Grand. Obras. Fue construido con paciencia por los equipos y es apreciado por los estudiantes, quienes encuentran una relación más pacífica y activa con la escuela. Muchos de ellos incluso dicen que disfrutan del colegio gracias a este sistema. En un sistema en crisis, este simple hecho debería ser suficiente, pero es precisamente este sistema el que la dirección académica de Seine-Saint-Denis ha decidido eliminar a partir del próximo año escolar.
Deseo de diversidad social
Contrariamente a la creencia popular, Cliep no es una universidad para privilegiados: su identidad se basa en un deseo declarado de diversidad social. Si el instituto acoge diferentes perfiles, incluidos estudiantes de entornos más favorecidos, su creación también respondió a un objetivo claro: permitir a los niños de los barrios populares de Seine-Saint-Denis –de Bobigny a Bondy o de Saint-Denis a Stains– acceder a un sector que todavía hoy se considera un sector de excelencia, aunque estos cursos estuvieron cerrados para ellos durante mucho tiempo.
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