Vuelvo a un tema que me parece vital para nuestro futuro. La denuncia contenida en el documento de estrategia de seguridad nacional sobre la crisis o más bien sobre la decadencia de Europa. Muchos comentaristas hablaron de “insultos” hacia Europa y de “Europa humillada”. Me temo que muchos comentaristas no han leído el análisis contenido en el capítulo cuatro, párrafo tres, letra C del documento. Y si lo han leído es que no han reflexionado adecuadamente.
El problema que plantean con fuerza los analistas que desarrollan el análisis estratégico es el siguiente: ¿qué futuro puede tener una Europa que ya no cree en sí misma, que corre el riesgo de dejar de ser europea dentro de algunas décadas, sobre todo en sus valores, su mentalidad y su forma de vida?
Hay un pasaje decisivo: “A largo plazo, es más que plausible que dentro de unas pocas décadas como máximo algunos miembros de la OTAN se vuelvan predominantemente no europeos. Por lo tanto, queda por ver si considerarán su papel en el mundo y su alianza con los Estados Unidos de la misma manera que aquellos que firmaron la carta fundacional de la OTAN”. Ésta es la cuestión y es un desafío decisivo, que sólo la ignorancia o la mala fe de ciertas clases dominantes europeas pueden ignorar.
No conozco ninguna nación que se haya construido sin el orgullo de su pasado, la conciencia de una identidad fuerte y el deseo de un futuro radiante. Cuando Roma perdió todo esto, quedó abrumada. Visito a menudo Bruselas y no encuentro allí ese orgullo, esa conciencia, esa voluntad. Éste es el primer punto sobre el que debemos intervenir: redescubrir el significado, la importancia, la grandeza de nuestra civilización.
Hay un segundo punto decisivo: los jóvenes europeos deben empezar a creer de nuevo e invertir en la paternidad y la maternidad. Los políticos e intelectuales que intentan destruir la idea de padre y madre, el valor, la belleza y las responsabilidades de la paternidad y la maternidad son enemigos de Europa.
El tercer punto es saber gestionar los flujos migratorios: evitando absurdos como la afirmación de un derecho humano a inmigrar; hacer constitucionalmente impracticable la jurisprudencia que socava los esfuerzos de los Estados en la lucha contra la inmigración ilegal; fomentar la inmigración que desee integrarse; exigiendo que los recién llegados compartan los valores fundamentales de nuestra civilización.
Sin estos
En estas condiciones, cualquier reflexión “sobre el PIB europeo” está condenada a ser nada más que simple academicismo. Constantinopla también era más rica económica y culturalmente que quienes la dominaron.
* Ministro de Educación y Mérito