Los llamados a poner fin a la moderación se han multiplicado entre pacientes, familiares y trabajadores de la salud, ya que la salud mental será una “causa nacional importante” en 2025.
Privaciones arbitrarias de libertad, aislamiento abusivo y coerción: aunque supervisadas por un juez judicial, las hospitalizaciones de pacientes psiquiátricos sin consentimiento provocan “numerosos ataques” a sus derechos, subrayó el jueves el interventor general de los lugares de privación de libertad.
Encargada de garantizar el respeto de los derechos fundamentales, la autoridad independiente dirigida por Dominique Simonnot, que visita periódicamente las instituciones psiquiátricas, evaluó la eficacia del control judicial de las admisiones sin consentimiento.
En Francia, en 2022, de 286.000 personas hospitalizadas a tiempo completo en psiquiatría, 76.000 fueron hospitalizadas sin su consentimiento.
“Falta de recursos y desigualdades territoriales”
A pesar de las garantías, el interventor general de los lugares de privación de libertad constata, una semana después de un dictamen relativo a la situación de los menores, “numerosas violaciones de los derechos de los pacientes, en particular en lo que respecta a su libertad de ir y venir y al uso de medidas de aislamiento y contención fuera del marco riguroso definido por el código de salud pública”.
Esto se explica “al menos en parte por la crisis que atraviesa la psiquiatría: condiciones de acceso degradadas, falta de recursos, desigualdades territoriales”, señala el informe, basado en un análisis de la jurisprudencia francesa y europea y en entrevistas con jueces, abogados, representantes de las familias, psiquiatras o autoridades sanitarias.
“Vulnerabilidad del paciente”
Desde principios de la década de 2010, el juez judicial controla sistemáticamente los ingresos hospitalarios sin consentimiento, debido a “limitaciones derivadas de decisiones del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y del Consejo Constitucional”.
Las medidas de aislamiento y contención (el paciente está atado a la cama mediante correas alrededor del pecho o de las muñecas y los tobillos) están sujetas a control judicial desde 2022. Se trata de medidas de “último recurso”, “destinadas a evitar daños inmediatos o inminentes al paciente o a otras personas”, recuerda el informe.
Si bien la generalización de este control ha favorecido “el desarrollo de una reflexión sobre el uso de estas medidas” y una “reducción de las prácticas abusivas”, sólo ha contribuido “de manera muy imperfecta a la protección de los pacientes”, continúa.
El juez no sólo no puede evaluar la necesidad médica de las medidas y “la vulnerabilidad de los pacientes no favorece su defensa”, sino que su decisión “enfrenta dificultades de aplicación” en varias instituciones, según el informe. En cuanto al internamiento en unidades de pacientes difíciles, existe un descontrol.
Y el desafío jurídico “no puede sustituir una política de menor uso de la coerción en psiquiatría”, subraya el interventor, que pide al Estado “una política ambiciosa”.
“Llenar los vacíos en la legislación”
La situación “varía considerablemente” en todo el territorio, “entre establecimientos e incluso dentro de un mismo establecimiento”, subraya el informe publicado el jueves por la editorial Dalloz y publicado en enero en el sitio web de la Autoridad.
También hay zonas grises: falta de control sobre las limitaciones impuestas a los pacientes psiquiátricos en las salas de urgencia, aislamiento y contención de menores, como el ingreso en unidades de cuidados intensivos psiquiátricos sin base legal ni control.
Entre 27 recomendaciones, el informe recomienda mejorar los procedimientos para facilitar las apelaciones de los pacientes y una mejor formación y especialización de jueces y abogados.
También se pide que se emprendan acciones legales para reclamar la responsabilidad de las instituciones en caso de “condiciones de hospitalización indignas”, en particular para “llenar los vacíos legales” en materia de menores, urgencias y unidades de cuidados intensivos psiquiátricos y mejorar la formación de los agentes sanitarios.
Para reducir el aislamiento y las restricciones, el índice de utilización de estas últimas podría convertirse en un “indicador vinculante” que influirá en la financiación de los establecimientos.
Los llamamientos para poner fin a la contención –una “violación de los derechos humanos”, según la Organización Mundial de la Salud– se han multiplicado entre pacientes, familiares y trabajadores sanitarios, mientras que la salud mental será una “causa nacional importante” en 2025.
En junio, en su plan psiquiátrico, el Gobierno consideró “a veces necesario” recurrir al aislamiento y a la contención, que “deben seguir siendo medidas de último recurso”.