Por Sébastien Boussois, Doctor en Ciencias Políticas
Tres años después de la onda expansiva del “Qatargate” en Bruselas, el acontecimiento que debía encarnar la lucha contra la corrupción en Europa parece hoy profundamente debilitado. Las revelaciones publicadas recientemente por el medio italiano Il Dubbio a partir de elementos procedentes de la Fiscalía belga alteran la historia inicial: revelan prácticas que, más que una investigación judicial, son una puesta en escena orquestada para saturar la opinión pública. ¿Qué es realmente?
Según estos documentos, una célula informal llamada “Squadra Medusa”, formada por policías, magistrados y periodistas, coordinó no sólo la circulación de información, sino también la cobertura mediática del escándalo. Un mecanismo que arroja dura luz sobre la forma en que se infló la historia desde las primeras horas.
Los hechos presentados son inquietantes. El día antes de los registros, en diciembre de 2022, los periodistas habrían enviado sus artículos al comisionado encargado de las investigaciones para su revisión y corrección. Un grupo de discusión, encontrado durante la investigación, sirvió como canal directo entre la policía y la prensa. El momento de las publicaciones incluso habría sido dictado por el investigador principal, ahora acusado, para maximizar el impacto en el momento de las detenciones. En cuanto a las imágenes de los fajos de billetes, que se han vuelto icónicas, fueron proporcionadas principalmente a algunos medios de comunicación para alimentar una historia espectacular, desafiando el secreto de las investigaciones. Desde entonces, han recorrido el mundo.
Estos elementos no son simples deslices. Van al corazón de los principios del Estado de derecho: independencia de la justicia, respeto de la presunción de inocencia, igualdad de las partes en el proceso. El investigador central, actualmente procesado por violación del secreto profesional y acceso indebido a bases de datos, se encuentra en el centro de una controversia que debilita aún más la credibilidad del expediente. ¿Hay que recordar que el juez de instrucción belga Michel Claise, encargado del caso, se retiró del mismo tras revelar una excesiva cercanía entre su hijo y el de una acusada, la ex eurodiputada Marie Arena, cuya audiencia se había retrasado extrañamente durante demasiado tiempo?
Surge entonces una simple pregunta: ¿en qué se basa todavía el asunto Qatargate? Qatar, que ha seguido denunciando un procedimiento sesgado y políticamente explotado, ve hoy sus argumentos reforzados con la publicación de estos elementos. El expediente parece defectuoso por la forma en que fue elaborado, relanzado y en ocasiones ampliado, hasta el punto de eclipsar cualquier posibilidad de una investigación justa.
Aún más sorprendente es que la historia misma parece haberse evaporado. No conocemos el avance del proceso, ni la perspectiva de un juicio, ni la validez de los elementos que se habían presentado como condenatorios. Este silencio contrasta con el revuelo mediático inicial, que convirtió el Qatargate en un símbolo de los supuestos excesos de influencia extranjera dentro de la Unión Europea. Lo que nos hace preguntarnos aún más sobre los patrocinadores.
En lugar de revelar una vasta operación de corrupción, el escándalo de hoy resalta las vulnerabilidades internas de las instituciones europeas y los excesos de un sistema de justicia que en ocasiones ha sido confundido por la prensa. Se trataba de denunciar un sistema; por el contrario, podría revelar las fallas de nuestro propio funcionamiento democrático.
En un momento en el que todavía no sabemos si algún día habrá una sentencia, el Qatargate parece cada vez más un caso que está siendo anulado por falta de fundamentos sólidos. Un escándalo que quizás nunca fue lo que queríamos que fuera y cuyas zonas grises ahora merecen ser aclaradas del todo.
Doctor en ciencias políticas, investigador en geopolítica del mundo árabe y relaciones internacionales, director del Instituto Geopolítico Europeo (IGE), asociado al CNAM París (Defense Security Team), en el Observatorio Geoestratégico de Ginebra (Suiza). Consultor de medios y columnista.
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