diciembre 10, 2025
SDQ2QQESHRAR5C5CICJHKBXVHI.jpg

El estudio “Lo que (realmente) viven las mujeres rurales” fue publicado este lunes por el Instituto Terram y la asociación Rura. En particular, denuncia una visión romántica que enmascara la realidad social.

Lejos de clichés bucólicos, vivir en el campo actúa como un potente “amplificador de las desigualdades” para las mujeres, obstaculizadas en su carrera y su autonomía por la falta de movilidad y la escasez de servicios, según un estudio del Instituto Terram y de la asociación Rura publicado el lunes.

Este informe, titulado “Lo que (realmente) experimentan las mujeres rurales”, destaca una “pena de género rural”: si existen mecanismos de dominación masculina en todas partes, la baja densidad de población y la lejanía aquí los transforman en una trampa económica para los 11 millones de mujeres francesas que viven en zonas rurales.

“Tenemos una imagen de Epinal que nos impide ver las desigualdades sistémicas”, subraya Salomé Berlioux, directora general de la asociación Rura y coautora del estudio, denunciando una visión idealizada que enmascara la realidad social.

“1 kilómetro = 1 minuto”

Para los autores, esta espiral comienza con una geografía implacable regida por la regla “1 kilómetro = 1 minuto”. En esta vida cotidiana en la que cada viaje no se puede reducir, la dependencia del coche único se vuelve total. En el campo, el más mínimo movimiento requiere un vehículo, pero éste se reparte de forma desigual dentro de la pareja.

Cuando hay dos coches, “el señor suele elegir el más nuevo y fiable, mientras que la señora se queda con el viejo para gestionar el trabajo y los niños”, observa Isabelle Dugelet, alcaldesa de La Gresle (Loira), un pueblo de 850 habitantes.

Esta limitación de movilidad pesa mucho sobre las opciones profesionales: debido a la falta de transporte o de permisos, algunos dejan de trabajar o aceptan puestos menos cualificados pero más cercanos.

Anaïs, de 31 años, residente en Tonnay-Boutonne (Charente Marítimo), vivió la amarga experiencia: rechazó un trabajo mejor remunerado porque estaba “geográficamente demasiado lejos”.

Su carrera también choca con el sexismo corriente, todavía vivo en estas zonas donde los empresarios son escasos: recientemente le negaron un ascenso a causa de su embarazo, porque su jefe no vio “el sexismo en ello”, confesó a la AFP.

Un “empobrecimiento silencioso”

La maternidad acelera la precariedad: con ocho plazas de guardería para 100 niños (26 en la ciudad), el arbitraje financiero sacrifica “racionalmente” a las mujeres, con ingresos más bajos. Es ella quien se detiene, alimentando un “empobrecimiento silencioso”.

Mientras los hombres invierten en cosas duraderas (las paredes de la casa, un coche nuevo), las mujeres se hacen cargo de los gastos corrientes y perecederos, como la comida o la ropa para los niños.

Se trata de la “teoría del yogur” popularizada por el ensayista Titiou Lecoq y descrita por Félix Assouly, de la asociación Rura y coautor del informe: “el dinero de las mujeres desaparece de la vida cotidiana, mientras que el dinero de los hombres crea riqueza”. En caso de ruptura, el hombre se marcha con la casa y el coche, la mujer sin nada.

Esta fragilidad económica atrapa a las mujeres en parejas: el 27% de las mujeres rurales (21% de las mujeres urbanas) creen que no podrían hacer frente financieramente si se separaran, en comparación con sólo el 9% de los hombres.

Ophélie, de 36 años, vive esta estadística concretamente en Gironda. Madre de tres hijos, se ve obligada a vivir con su expareja a pesar de su separación. “Ni él ni yo somos económicamente independientes”, confiesa, sometida a arresto domiciliario por pobreza. Este aislamiento geográfico atrapa a las víctimas de la violencia, confirma Isabelle Dugelet: “la denuncia pasa a menudo por la escuela”.

“Un año de espera”

Más allá de los bolsillos y la seguridad, es el acceso a la atención lo que se ve afectado por la distancia y los desiertos médicos. Alex, de 44 años, madre de dos adolescentes, chocó contra una pared durante una mamografía en Charente-Maritime. “Probé Saintes, luego Cognac, luego Rochefort… Aquí hubo casi un año de espera”, enumera.

Al final tuvo que aprovechar una estancia con sus padres en los suburbios de París para conseguir una cita inmediata a través de Doctolib, lo que ilustra la división territorial.

VideoUn influencer masculinista objeto de investigación por promover la violación

El dominio también es espacial: “El caballero está afuera” con tareas gratificantes, “La dama está adentro”, resume Salomé Berthioux. Este sentimiento de ilegitimidad se extiende más allá de la esfera privada y frena el compromiso político local.

Una mujer siempre se pregunta “¿seré competente?” Una pregunta que un hombre nunca se hace”, afirma la alcaldesa Isabelle Dugelet, lamentando la falta de candidatos en las elecciones municipales.

Los autores piden un “diseño universal” dirigido a “usuarios extremos”: si una solución funciona para una madre soltera de Creuse, funcionará para todas.

Referencia

About The Author