La salud de los franceses sigue profundamente dividida según el nivel social. El Barómetro de Salud Pública francés (SPF), actualizado cada dos años desde hace más de treinta años, ofrece una imagen de precisión sin precedentes, interrogando a 35.000 personas de entre 18 y 79 años.
Dos de cada tres franceses consideran que su salud es satisfactoria. Esta observación alentadora se derrumba cuando la situación financiera es precaria. Entre las personas con dificultades económicas la proporción desciende a una persona de cada dos. Esta es la evidencia más directa de la influencia de las desigualdades sociales en el estado de salud nacional.
Los problemas de salud más comunes, como la diabetes o la hipertensión, son sistemáticamente más pronunciados entre los menos educados y los más pobres. Sin embargo, la correlación entre la situación social y el riesgo de padecer enfermedades crónicas se ve matizada por algunos comportamientos de riesgo. En algunos casos concretos la tendencia se invierte. El consumo excesivo de alcohol, así como el sedentarismo, resultan desfavorables para los segmentos más ricos de la población. Los estilos de vida asociados a las personas más favorecidas conllevan, por tanto, riesgos específicos para la salud que requieren una atención específica por parte de las políticas de prevención.
4 millones de fumadores menos
En el frente del tabaco, la agencia de salud ha experimentado su éxito más visible. Sólo una de cada cuatro personas entrevistadas fuma a diario. Esta cifra marca el primer descenso tras la recuperación observada durante la crisis del Covid-19. Caroline Semaille, directora general del SPF, se alegra de una victoria a largo plazo: la lucha contra el tabaquismo “ha contribuido a reducir el número de fumadores en 4 millones en diez años”.
Pero este resultado macroeconómico esconde una vez más fuertes disparidades. El consumo diario de tabaco alcanza el 30% entre las personas más expuestas a dificultades económicas. Por lo tanto, el desafío ya no es sólo doblar la curva nacional, sino llenar el vacío que coloca a las poblaciones precarias en un riesgo significativamente mayor, lo que requiere una estrategia de intervención más específica e intensa.
Salud mental: 16% de los adultos afectados
El gobierno ha declarado la salud mental una causa nacional importante para 2025 y esta prioridad se ha ampliado hasta 2026. Los datos recogidos por el Barómetro justifican esta urgencia. La encuesta muestra que el 16% de los adultos ha experimentado un episodio depresivo caracterizado hasta 2024. El nivel de alarma también viene dado por la prevalencia de pensamientos suicidas, que afectaron a uno de cada 20 adultos.
Aquí las desigualdades son particularmente evidentes. Las mujeres, los jóvenes y las personas con dificultades financieras están excesivamente representados entre las poblaciones afectadas. Otro hecho se suma a la complejidad del tema: la disparidad en el acceso a la atención según el género.
Entre las personas que han sufrido depresión, muchos más hombres afirman no haberse beneficiado de ningún tratamiento terapéutico. Esta tasa se eleva al 53,9% entre los hombres, frente al 37,9% entre las mujeres. Este desequilibrio pone directamente en duda la capacidad del sistema de salud para llegar y tratar a los hombres, una población en la que el malestar psicológico suele ser menos verbalizado y, de hecho, menos apoyado.
Clima y calidad del sueño: nuevos marcadores de vulnerabilidad
A las cuestiones tradicionales se suman nuevos determinantes, como el impacto directo del clima. Para Yann Le Strat, director científico de Public Health France, Yann Le Strat, las consecuencias del calentamiento son “Ahora los problemas de salud pública están en sí mismos”. Cuatro de cada cinco franceses afirman haber tenido que afrontar un evento climático “extremo”principalmente olas de calor. Más del 40% de los entrevistados dice haber sufrido “físicamente”
La calidad del sueño, factor esencial para la salud mental, sigue siendo un punto de tensión. Los franceses duermen una media de siete horas y media por noche, tiempo que corresponde a las recomendaciones de las autoridades. Sin embargo, un tercio de ellos dice sufrir de insomnio. Las más afectadas por este trastorno son las mujeres mayores de 50 años.
Vacunación, Covid-19 y la amenaza de la resistencia a los antibióticos
La encuesta también destaca una brecha de conocimiento persistente, particularmente sobre temas clave de salud pública. El cumplimiento de la vacunación en general está disminuyendo. Hoy en día, alrededor del 80% de los entrevistados se declaran a favor de la vacunación, cifra significativamente inferior al 90% registrado a principios de los años 2000. Esta tendencia básica afecta a todas las categorías sociales.
A esta disminución del apoyo se suma una desconfianza sin precedentes hacia la vacuna Covid-19: una cuarta parte de los encuestados se muestra reticente. Estos datos están en directa contradicción con el estado de las vacunas, consideradas seguras y eficaces por las autoridades sanitarias.
Por último, dos cuestiones importantes siguen siendo poco comprendidas por gran parte de la población. Dos de cada cinco personas dicen que nunca han oído hablar del problema de la resistencia a los antibióticos, a pesar de ser un problema de salud pública mundial. El mismo porcentaje desconoce que los antibióticos son ineficaces contra la gripe, un dato preocupante en un contexto en el que las autoridades promueven desde hace tiempo el consumo racional de estos medicamentos.