Es elegante, un pueblo post-inundación: en Bourthes (Paso de Calais), donde nació el Aa, el ayuntamiento ha recuperado el rojo deslumbrante de sus ventanas, el gris del barro se ha desvanecido, las fachadas de las casas se han vuelto blancas. La resiliencia está demostrando, dos años después de las devastadoras inundaciones que afectaron a más de 9.000 viviendas y costaron al departamento 1.700 millones de euros. Este año el Audomarois está en alerta de sequía y el río costero es sólo un imperceptible hilo de agua en su lecho, entre la hierba verde. Lo suficiente como para sorprenderse del interés de nuevas inversiones en la regulación del agua, como este desvío bajo la carretera hacia un valle, esta acequia donde la inundación puede tomar su lugar, sin que las vacas en el prado se rompan las patas.
Hay que vencer la memoria de los recuerdos, hasta 1,50 metros flotando, embarrados, en casas, con fuerte corriente. Quitó todo lo que estaba débilmente adherido, levantó el alquitrán del camino, excavó los caminos. Una placa de madera grabada por el padre de Estelle Doutriaux, alcaldesa de Bourt.