Mientras ventila su apartamento, Cadia, madre de cinco hijos, se para frente a la ventana francesa de la sala de estar. Espera disuadir a los ratones de subir a su balcón y entrar en su alojamiento, situado en el primer piso de la torre Mercure de Mantes-la-Jolie.
Como ella, los inquilinos de este edificio social ya no saben qué hacer. Desde hace varias semanas denuncian la falta de mantenimiento y los problemas de esta torre, cuya demolición está prevista, según el propietario, en 2028, en el marco de un amplio programa de renovación urbana.