“Aquí no es un museo como los demás, donde miras las obras a través de una ventanaadvierte Nicolás Bernardino, director y único empleado del restaurante. Aquí jugamos. De lo contrario no tiene sentido venir. » “Aquí” es la gran sala del antiguo ayuntamiento de Arcueil (Val-de-Marne), transformada por la asociación MO5 en un lugar de encuentro para los amantes del retrogaming.
El sábado 13 de diciembre, cuando el museo del videojuego abra oficialmente sus puertas, estará presente en todas partes: taquilla, tienda, punto de avituallamiento y mediación cultural. Una verdadera orquesta de un solo hombre. Prefiere compararse con el farero, “porque parpadea mucho”.
Suena música de 8 bits y las pantallas de rayos catódicos zumban detrás de él. En las paredes, carteles antiguos. Príncipe de Persia (1989) o Oscuridad perfecta (1998) reemplazan las pinturas principales. En este espacio de 1.200 metros cuadrados hay en funcionamiento unas cincuenta estaciones de juego. No es necesaria audioguía: los voluntarios garantizarán las visitas durante las tres tardes semanales de apertura. “La historia de los videojuegos se juega, pero también se cuenta como una novela llena de giros y vueltas”observa Rémi Lesieur, un voluntario apasionado, dispuesto a realizar visitas cada semana.
Te queda el 76,65% de este artículo por leer. El resto está reservado para suscriptores.