Ahí está Kevin, de 29 años, conocido como “el viejo”, impecable con su camiseta blanca y su chaqueta negra. Obed, de 26 años, apodado acertadamente “Bédo” (por “pariente”), que se presenta por videoconferencia desde el centro de prisión preventiva. Christopher, 29 años, vestuario reflejado en su gran chaqueta polar, ya tiene 20 condenas en sus antecedentes penales. Y Smith, de 23 años, el pequeño del cuarteto.
Estos hombres fueron juzgados este viernes por la tarde en Versalles por tráfico de drogas, principalmente cocaína, que se extendió por toda la Isla de Francia. Entre febrero de 2025 y el pasado 15 de septiembre abastecieron a clientes de todos los departamentos de la región.
El caso comenzó el 9 de enero de 2025 gracias a una denuncia anónima enviada a la policía de Sartrouville (Yvelines). El interlocutor denuncia a un joven, Obed, por tanto “Bédo”, que vivía en aquel momento en Val-d’Oise. Su teléfono contiene varios números que hacen referencia a personas conocidas por traficar o consumir drogas.
Los investigadores lo siguen mientras conduce su Peugeot 208 y esconden un micrófono en el vehículo. A principios de febrero, las investigaciones los pusieron tras la pista de un segundo hombre, Christopher, residente en Altos del Sena, que supuestamente hacía entregas en el manillar de un scooter Yamaha.
Se buscan cuarenta cápsulas de cocaína
El verano siguiente, se descubrió un depósito en un apartamento de Maisons-Laffitte (Yvelines) tras numerosas quejas de los residentes, que se quejaban de un olor permanente a cannabis. El ocupante de la vivienda, Smith, fue detenido el 7 de julio. En el apartamento y en la zona de almacenamiento de residuos, la policía descubrió unas cuarenta cápsulas de plástico con residuos de polvo blanco.
El joven acababa de cumplir condena por tráfico de drogas y se encontraba en libertad condicional. Durante la investigación, la policía interceptó una conversación en su teléfono, en la que hablaba de una entrega inminente: “Me sorprende lo llena que está la bolsa. Estoy cargado como un cerdo”. En la vista Smith, con la mano en el corazón, apenas admitió haber realizado “dos o tres entregas a la semana”, por las que recibía 50 euros y cannabis para su consumo personal.
Obed, objeto de la denuncia anónima, padre de una niña de 3 años, se queja de dificultades personales. “Me encontré en un momento complicado de mi vida, pero no soy un traficante”, explica al tribunal.
Una estancia en Tailandia para “desconectar”
Desde el palco, Christopher hace el mismo argumento: “Estaba saliendo de la detención. Tenía que pagar el alquiler. Un trabajo no se consigue simplemente. Así que no tenía otra opción”. A sus 29 años ya suma 20 condenas. Detenido en el aeropuerto a su regreso de una estancia en Marruecos, trabajó a veces “en seguridad, para el mundo de la noche, pero debajo de la mesa”.
El presidente vuelve a ocuparse del expediente. “En octubre pasas una semana en Marruecos. En junio, cuando sales de prisión, te vas a Tailandia a pasar tres semanas…”, explica, como para subrayar la contradicción. “Mis amigos me dieron un poco de placer, eso es todo. Pagaron mi multa para distraerme después de la detención”, explica.
Kevin, presentado como director de tráfico, asegura que se contentaba con entregar “aquí y allá”. Sin embargo, el pasado mes de abril, los investigadores interceptaron su conversación con una clienta que esperaba su dosis de cocaína en Thoiry (Yvelines). “A esta señora le dices, hablando del repartidor: ya verás, es un hombre joven. Creo que nunca lo has visto: es nuevo”, explica el presidente.
“Hablo de mí en tercera persona”
Durante otra conversación, Kevin le explica a un cliente que el conductor del reparto “llegará en 10 minutos”. “No, señora Presidenta, yo era el repartidor. A veces hablo de mí en tercera persona”, explica sin reír.
Con ocho condenas en su haber, en particular por portación de armas y explotación agravada, afirma haber realizado un “trabajo psicológico sobre sí mismo”. Debido a los siete años de reclusión que acaba de pasar, ha “olvidado los códigos del exterior”, explica. “Siete años de prisión, mentalmente, es muy difícil. Cuando salgo, me siento perdido”. En el transporte o en lugares públicos enferma sistemáticamente y esto le impide trabajar.
“Las declaraciones de los cuatro acusados son verdaderamente dudosas. Los hechos son reconocidos pero extremadamente minimizados, afirmó el fiscal. Lo que es particularmente cuestionable es que se trata de su enésima comparecencia ante un tribunal. Y que los encontramos involucrados en la trata cuando acaban de salir de prisión”. Los cuatro hombres fueron detenidos este viernes por la noche. El tribunal los condenó a penas de dos a cuatro años de prisión.