Lo que hasta hace poco parecía imposible de cambiar ahora se vuelve posible. El cambio de rumbo de la Comisión Europea hacia los vehículos “totalmente eléctricos” a partir de 2035, con el adiós a la venta de vehículos de combustión interna, sería un trato cerrado. Un punto de inflexión sensacional y sobre todo necesario, el de Bruselas, a la vista de los desastrosos resultados del Pacto Verde del automóvil: industria europea de rodillas, fábricas cerradas, industrias relacionadas en crisis, trabajadores que se quedan en casa, pérdida de competitividad y chinos cada vez más agresivos. Un revés para la presidenta Ursula von der Leyen, que debería confirmar, el próximo martes, los avances revelados en las últimas horas, pidiendo disculpas en particular. Pero ¿quién reembolsará al sector y a sus empleados todos los daños causados? No se permiten más vacilaciones, de lo contrario se desencadenarían una serie de protestas por parte de los directamente implicados en Bruselas.
Y pensar que el estribillo ideológico daba por sentado el “choque” impuesto en 2035 entre los miles de millones invertidos por los fabricantes y la mayoría de las asociaciones del sector, así como los altos ejecutivos de los gigantes automovilísticos europeos alineados con el dictado, los mismos que ahora cuestionan abiertamente la legislación adoptada anteriormente. El periódico alemán Bild informó sobre el acuerdo sobre la revisión del dictado entre la presidenta von der Leyen y el líder del PPE, Manfred Weber.
La conclusión: para las nuevas matriculaciones a partir de 2035, ya no será necesaria una reducción del 100% de las emisiones de CO2, sino del 90%. También para 2040, parémonos en el objetivo del 100%. “Se levanta la prohibición tecnológica sobre los motores de combustión”, afirmó Weber, añadiendo que los motores que actualmente se producen en Alemania pueden seguir fabricándose y vendiéndose. A este acuerdo también contribuyeron la dura postura del canciller alemán Friedrich Merz y una carta conjunta de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, y su colega polaco, Donald Tusk.
Weber habló de “una señal importante para la industria del automóvil”, afirmando que la UE sigue comprometida con el camino de la descarbonización, pero respetando la neutralidad tecnológica, elemento que “protege decenas de miles de puestos de trabajo”. El diputado del PPE, Massimiliano Salini, al Giornale: “Tenemos la sensación de que se avecina una propuesta que, en cierta medida, acepta una apertura al principio de neutralidad tecnológica alcanzable con todas las fuentes posibles.
La enmienda llegará luego al Parlamento y al Consejo para su negociación. » Optimismo mezclado con cautela por parte de Guido Guidesi, asesor lombardo y presidente de la Alianza de Regiones Automotrices Europeas. Von der Leyen, por su parte, es atacada por quienes no quieren abandonar lo “totalmente eléctrico”.
Está furioso el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, cuyo “Plan de Automoción 2030” prevé 1.280 millones hasta 2026 para impulsar los vehículos a batería.
“Otorgar flexibilidad es una mala idea”, advierte el copresidente de Los Verdes europeos, Bas Eickhout. Úrsula, llegado a este punto, tendrá que retractarse de sus acuerdos y promesas. En cualquier caso, el riesgo es grande.