“Si nada cambia, todo nuestro modelo agrícola está en peligro”, advierte Bertrand Petit, presidente de FNSEA 28. Con el apoyo de la Federación Nacional de Sindicatos de Agricultores del departamento, los Jóvenes Agricultores de Eure-et-Loir organizaron una movilización simbólica denominada “Los fuegos de la ira” el miércoles 12 de noviembre en tres lugares del departamento: los Propileos de Chartres, la rotonda N 154 en Allaines y la autopista de Luigny. fuera. Sin violencia ni cortes de carreteras, los manifestantes optaron por encender hogueras visibles desde las principales carreteras para alertar a la ciudadanía sobre la crítica situación que vive el mundo agrícola.
“Tienes razón, estoy contigo”
Los agricultores denuncian una “triple sanción”: el establecimiento del mecanismo de ajuste en frontera de las emisiones de carbono (MACF), acuerdos comerciales como el Mercosur y una política agrícola común (PAC) considerada menos favorable. Muchas medidas que, según ellos, estrangulan a las empresas agrícolas ya debilitadas por el aumento de los costes de producción. “Se nos impone un impuesto sobre las emisiones de carbono y se permite la entrada de productos extranjeros que no respetan ninguna norma”, se queja Sylvain Marcuard, presidente de Jeunes Agriculteurs 28.
Según Bertrand Petit, presidente de la FNSEA 28, el aumento del precio de los fertilizantes representa más de 100 euros de suplemento por hectárea, +120 euros por tonelada para la solución nitrogenada y +140 euros para la urea. En veinte años, la producción nacional ha disminuido un 28% para el ganado vacuno, un 13% para la avicultura y un 10% para los cultivos herbáceos. Los agricultores temen que el acuerdo del Mercosur acentúe la competencia desleal al abrir el camino a productos importados –“carne cargada de hormonas, miel adulterada o huevos de mala calidad”– incluso cuando la ayuda europea disminuye.
En las rotondas, varios automovilistas mostraron su apoyo tocando la bocina al pasar, como en Chartres, en la rotonda de Propylées, donde sonaron señales de aliento durante toda la tarde. “Paren todos, tienen razón, estoy con ustedes”, dice Aurélien, un Chartrainer detenido por unos momentos debido a la ligera ralentización provocada por los automovilistas frente a las llamas, de más de cinco metros de altura, en el centro de la rotonda. “Apoyo a nuestros agricultores”, confiesa otro conductor, mientras Jacques, jubilado, saluda a “nuestros agricultores” con un franco “bien hecho”.
“¿Dónde está la coherencia?”
Pero algunos transeúntes parecen más reservados. René, de Luisant, dice “ya no entender bien las peticiones” y se pregunta: “Denuncian las normas francesas, pero también las utilizan para rechazar productos extranjeros. ¿Dónde está la coherencia?”. Véronique lamenta que los agricultores afectados por la erradicación “ya no cuenten con el apoyo de sus colegas”. “Ve a París, no a Chartres”, dice Monique, mientras el fatalista Alex cree que “lamentablemente esto no cambiará nada”.
Si la movilización se desarrolló con calma y sin bloqueos, la tensión sigue siendo palpable en el campo eureliano. Las organizaciones agrícolas advierten: sin una respuesta concreta del gobierno y de Europa, el enfado pronto podría adquirir otra dimensión, como la vivida hace un año.