SpaceX se prepara para romper con su doctrina histórica confirmando su oferta pública inicial (OPI) para 2026. El objetivo es recaudar hasta 28 mil millones de euros con el objetivo de una valoración global de 1,4 billones de euros, un nivel equivalente al del gigante petrolero Aramco. Esta importante maniobra financiera, cuya escala supera las expectativas, está estratégicamente diseñada para inyectar el capital necesario para el hiperdesarrollo del lanzador Starship y de los proyectos de inteligencia artificial en órbita, pilares de la ambición de Elon Musk de colonizar Marte.
La salida a bolsa de SpaceX, confirmada por Elon Musk para 2026, es más que una simple transacción financiera. Se trata de un movimiento estratégico destinado a desbloquear un importante capital público, que se cree que es la única forma de financiar la hoja de ruta futurista de la empresa: la aceleración del programa Starship y, en última instancia, la realización de las ambiciones marcianas de su fundador.
La operación prevista no tiene precedentes: pretende recaudar entre 23.000 y 28.000 millones de euros, lo que la convertiría en la mayor IPO de la historia. SpaceX espera sobre todo una valoración global de 1.500 mil millones de dólares (o aproximadamente 1.400 mil millones de euros).
Este nivel situaría a la empresa espacial al mismo nivel que Aramco, el gigante petrolero saudí. A modo de comparación, la valoración reciente de OpenAI se situó en 463.000 millones de euros en octubre de 2025, lo que claramente reposiciona a SpaceX como la empresa no cotizada más valiosa del mundo.
De la promesa privada a la necesidad del mercado público
Durante más de dos décadas desde su fundación en 2002, Elon Musk ha mantenido a SpaceX alejada de los mercados bursátiles, considerando a la compañía como la encarnación de una ambición personal a largo plazo: la colonización de Marte. La decisión de cotizar en Bolsa marca, por tanto, una clara ruptura con esta filosofía inicial.
Este cambio puede explicarse por la nueva escala de proyectos. A pesar de sus considerables capacidades de autofinanciación, la empresa tendría dificultades para soportar sola la carga financiera de sus desarrollos. El mercado público ofrece una fuente de capital considerablemente mayor que las inversiones privadas. Los fondos recaudados están destinados específicamente a respaldar el ambicioso ritmo de lanzamiento de Starship, la creación de una base operativa en la Luna y diseños innovadores para centros de datos en órbita para inteligencia artificial.
Starlink, un motor de crecimiento que justifica la valoración hipertrófica
La valoración proyectada de SpaceX se basa ahora en una base económica dual y diversificada. Mientras la compañía continúa dominando el mercado de lanzamientos espaciales con sus lanzadores reutilizables Falcon 9, ahora depende de manera crítica del éxito de su filial Starlink.
El servicio de acceso a Internet por satélite se ha convertido en el verdadero motor del crecimiento y la principal justificación de la valoración del grupo. Starlink ha generado un beneficio neto de 68 millones de euros hasta 2024, entrando en rentabilidad. Para el año 2025, las proyecciones de ingresos de Starlink se sitúan entre 11 y 11,5 mil millones de euros, con un flujo de caja libre esperado de 1,9 mil millones de euros.
En total, Elon Musk aspira a unos ingresos totales de 14.400 millones de euros para SpaceX en 2025. En particular, alrededor de 1.000 millones de euros procederán de contratos con la NASA. Este desempeño de 2025 es simbólico: ahora excede el presupuesto total de la agencia espacial estadounidense, una inversión de facto del equilibrio de poder en la economía espacial estadounidense.
El sector espacial, una infraestructura crítica en plena aceleración
La salida a bolsa de SpaceX se produce en un contexto de transformación radical del sector espacial. Los analistas señalan que se espera que la economía espacial mundial, valorada en 630 mil millones de dólares en 2023, se triplique a 1,8 billones de dólares en 2035, un crecimiento que supera al del PIB mundial.
SpaceX ocupa una posición dominante en esta dinámica. La empresa controla tanto el mercado de vehículos de lanzamiento como Starlink, la constelación de satélites de comunicaciones más grande del mundo.
Sin embargo, la valoración de 1,4 billones de euros se basa en supuestos de crecimiento muy agresivos. Complementa la expansión exponencial de Starlink (en particular a través de su nuevo servicio de comunicaciones directas por satélite, lanzado recientemente en Canadá), pero también apuestas tecnológicas más arriesgadas, como la viabilidad técnica y económica de futuros centros de datos de IA en órbita.
El desafío de la rentabilidad ante las exigencias de los accionistas
Una oferta pública inicial obligará a SpaceX a hacer frente a las demandas de nuevos accionistas públicos, lo que significa más presión sobre la rentabilidad a corto plazo. Esta limitación entra en tensión con la cultura histórica de SpaceX, que siempre ha favorecido la rápida innovación tecnológica, la asunción de riesgos y los ciclos repetidos de pruebas, a expensas de los ciclos de desarrollo convencionales y cautelosos.
A pesar de estos desafíos estructurales, los analistas predicen que los inversores, atraídos por la visión de Musk y las perspectivas de crecimiento sin precedentes del sector espacial, estarán dispuestos a adoptar este enfoque de innovación.
El efecto del anuncio de la IPO ya ha tenido un impacto significativo en todo el mercado. Los rumores han incrementado notablemente los precios de empresas del sector, como AST SpaceMobile, con subidas de hasta el 30%. El mercado está reevaluando la industria espacial de un nicho de mercado de alto riesgo a una futura infraestructura crítica para Estados Unidos.
El calendario fijado para la salida a bolsa es la segunda mitad de 2026, y las primeras conversaciones con los bancos de inversión se esperan para la primavera de 2026. Sin embargo, la empresa se reservó formalmente el derecho de abandonar la operación si las condiciones del mercado no se consideraban óptimas.